Un buen ejemplo está en el resultado de las sesiones con Scott Torch y Nelly El Arma Secreta: en
“Pop Pop” la insólita dupla funciona entre el hip hop y el reguetón, pero en
“Give Me” se juntan para un dancehall pop
mediotiempado que no cuesta imaginar sonando en el Café del Mar o en una mañana de Panorama. La personalidad de Alba se eleva intacta entre tanto productor de relumbrón, y no hay uno lo suficientemente grande como para opacar el brillo de esta joya. Es, de hecho, cuando más se acercan los
beatmakers a la esencia de lo que es Bad Gyal, a su velocidad de crucero, cuando el disco golpea de verdad, más allá de etiquetas y géneros. El Guincho se lleva en
“Bota niña” su
mood de dancehall pop a un dembow electrónico brillantísimo que logra retener con autenticidad todas sus virtudes, pero esencialmente una: las melodías, el
topline. Y Merca Bae, probablemente el productor que mejor entiende el sonido de Bad Gyal y el responsable aquí de los mejores
beats (de
“Intro” a
“Real G” pasando por
“Skit”), deja en
“Mi lova” otra de las joyas del álbum enterrando el bajo y secando el bombo para un bachatón que te desarma. Su trabajo, más allá, es fundamental para darle a “La joia” unidad y continuidad, para lograr que incluso en el formato largo permee la idea de un
soundsystem.
Gracias a esta atención por el pulido y aunque ya conociéramos ocho de las quince canciones que tiene el álbum (nueve si contamos la intro, que funcionaba como interludio en su última gira, con la consiguiente pérdida de efecto sorpresa que supone esto), incluso en los temas menores de “La joia” podemos encontrar detalles interesantes, cosas por las que merezca la pena poner el oído, en una demostración de genialidad de estudio (inspiración, llámalo x) que me hace pensar en Bad Bunny. Alba vuela alto en “La joia”. Y en
“Así soy” quiere dejarlo claro. Puede parecer poquita cosa en comparación con todo el largo, pero sus significados son más ricos bajo la carcasa: quiere sonar humilde, situarse en la línea de temas como “Yo sigo iual”, y por eso cuenta con Morad, como cerrando el círculo en torno a Barcelona. Como diciendo: llegaré donde llegue pero mi corazón siempre estará ahí, en el barrio, con los colegas, en las canciones sin ambiciones desmedidas.
Con ellas, y poniendo siempre por delante su personalidad arrolladora, ha construido un modelo de composición que ya está entre los más buscados del mercado latino. Y, aun así, no se conforma: podría recostarse cómoda en sus fórmulas melódicas, en sus fraseos y en sus propios tópicos cantables (como ya ha hecho antes a sabiendas de que hay
toplines suyos que se merecen discos enteros), pero no. Aquí no hay comodidad, y es precisamente eso, la ausencia de confort, lo que destacaba, mirando en retrospectiva, en los que fueran los primeros sencillos de “La joia” a mediados de 2022,
“Sexy” (con ese pulso
vogue y referencia a Madonna en la portada) y
“Sin carné” y su silabeo suelto, acercándose más que nunca al rap. “La joia”, que además contiene la que seguramente es la primera canción
heartbreak de Bad Gyal (
“Otra vez más”), demuestra que “el pussy que mana” es mucho más que latiguillos y
gimmicks: en su uso cada vez más moderado está el impacto que causa ese
“la más pegá de España” al principio de “La que no se mueva”. Y en sus esfuerzos por mantenerse actualizada, la clave de su curva firme y sin altibajos.
Para mucha gente esto será un debut. Un debut, debut, no el primer disco de Bad Gyal después de casi diez años de trayectoria. Y si algo consigue, por encima de todo, es dar una idea muy exacta de lo que es Bad Gyal, de a qué suena, de cómo lo hace. Poner a la artista por encima de todo. Cero concepto: el concepto soy yo. ∎