Cerrar los ojos así, poco a poco, casi sin proponértelo, y olvidarlo todo. Hasta el hecho de que el mundo tal y como lo conocíamos pareció terminar hace un año. ¿Cuántas veces te ha ocurrido desde entonces? A mí ya digo que pocas para todo el tiempo que ha pasado. La última estos días con el nuevo disco de la viguesa Belén Vidal, BFlecha. Bastante hace también de su debut, pues primero de todo fue “βeta” (2013), que irrumpió propulsado con fuerzas extras hacia el gran público gracias a himnos pegadizos como “B33”. Luego “Kwalia” (2017), siempre con sello de Arkestra Discos, colectivo nombrado así en homenaje a la banda del músico de jazz Sun Ra. Álbumes donde el pop electrónico se fundía con paisajes lunares, cierto tropicalerío o incluso el taoísmo de Chuang Tzu.

Puede que en “ExNovo”, producido por ella misma y Mwëslee, no haya un tema concreto como “B33”, pero está lleno de texturas digitales –y sin embargo con un cuerpo que crees capaz de tocar– que tienen irresistible capacidad para mecer. Una zona temporalmente autónoma con la primera incursión (“Enantiómeros”) de BFlecha en gallego, gaitas siderales y un Fernando Pessoa reinterpretado en “Alén da máscara”. Eso a mitad de un camino que inicia con el despliegue de optimismo de “Potentia” y las ganas de conexión que emana “Skyline” y se desliza, fluye, flota delicado hasta el manifiesto de “Zaï” y el aterrizaje de “Blázares”. Una pausa en la prisa. Un alivio para ojos cansados, un descanso de esta cultura de la disponibilidad.

En “ExNovo” no hay miedo a utilizar, al contrario de lo que solemos en redes con todo tipo de rodeos para pedir “dime lo que soy”, tal y como lo define la escritora Clara Timonel, una segunda persona muy indirecta: “dime cómo puedo transformar toda esta rabia acumulada / dime cómo puedo liberar, hacer que explote esta tormenta”. Las coordenadas, aquellas que nos hagan encontrarnos. La misión: abolir el algoritmo. Mientras, encogemos el ombligo a la espera del siguiente beat. ∎