Álbum

Bitchin Bajas

Inland SeeDrag City, 2025

Bitchin Bajas es un trío instrumental de Chicago que explora las posibilidades de la repetición en ese ámbito en el que se superponen el minimalismo, la psicodelia, el jazz, el dub y la electrónica. Nació en 2010 como un proyecto en solitario del guitarrista y teclista Cooper Crain, miembro, entre otros grupos, de Cave. Pero poco después se incorporaron el teclista Dan Quinlivan y el multinstrumentista Rob Frye, este último miembro también de Cave. Si en aquel momento se pudo decir que Bitchin Bajas era un proyecto “paralelo” de Cave, el trío se ha terminado comiendo a la banda nodriza no solo por el prestigio acumulado por la banda en estos quince años, sino porque, en un movimiento absolutamente desacostumbrado, sus tres integrantes se han convertido en algo así como la banda “de acompañamiento”, en momentos puntuales, de músicos siempre relacionados con el sello chicagüense como Bonnie Prince Billy –en “Epic Jammers And Fortunate Little Ditties” (2016)–, Olivia Wyatt –en “Sailing A Sinking Sea” (2016)– o el dúo Natural Information Society –con quienes han grabado dos álbumes, “Autoimaginary” (2015) y el aún reciente “Totality” (2025), publicado en abril–; en todos estos casos, los discos están acreditados tanto a la discografía de Bitchin Bajas como a la de los artistas con los que han colaborado. En el caso de Jackie Lynn y su álbum “Jacqueline” (2020), los Bitchin Bajas aparecen solo como músicos. Caso aparte es, también, The Separatist Party, banda en la que los tres músicos representan el 50%.

Aunque su música se cataloga habitualmente como “drone”, yo discrepo: aquí no hay sonidos continuos que inducen al trance. No lo podemos calificar en ningún caso de “zumbido”, como sí es el caso de Pauline Oliveros o Sunn O))); lo que Bitchin Bajas construyen son piezas sonoras repetitivas –amables y fluidas– en las que se percibe la influencia de Terry Riley, Peter Michael Hamel y Hans-Joachim Roedelius, aunque sin su carácter meditativo y con una personalidad más bien lúdica y… ¡atrevámonos a decirlo!, comercial. Si queremos incluir a Bitchin Bajas en el ámbito de las vanguardias, que se puede hacer, estamos, en cualquier caso, ante su manifestación más accesible y melódica.

También podríamos hablar del suyo como un sonido que apela a la nostalgia –o, más bien, a una elegancia nostálgica–, aunque, sin embargo, su propuesta es plenamente actual y forma parte –junto con proyectos coetáneos de sintonía similar como el dúo Phantom Horse o el compositor Günter Schlienz (ambos alemanes) o el trío estadounidense Emeralds– de la renovación y actualización del krautrock y la música planeadora de los años setenta con una estética plenamente contemporánea (no deja de resultarme curioso que Simon Reynolds ni siquiera mencionara a Bitchin Bajas en su “Futuromania. Sueños electrónicos, máquinas deseantes y la música del mañana… hoy”).

“Inland See” es el decimotercer álbum a su nombre y, dicen, su título hace referencia a las dimensiones oceánicas de los Grandes Lagos, que, intercomunicados entre sí, contienen el 21% del agua dulce del planeta. El cambio de “Sea” a “See” evoca una “masa resplandeciente situada en algún lugar más allá de la tierra o el agua”, tal y como se describe en la hoja de promoción del disco, sugiriendo un concepto místico o etéreo más que un “mar” geográfico literal. Esa ligera alteración ortográfica crea una sensación de misterio e invita al oyente a interpretar por sí mismo el significado de “Inland See”, en consonancia con aspectos de descubrimiento y ruptura que aborda la banda. De hecho, y al contrario de su práctica habitual de componer música y luego pensar cómo tocarla en el escenario, gran parte del material que aquí se puede escuchar –cuatro piezas, para un total de cerca de 39 minutos, con una de ellas, “Graut”, que ocuparía por sí sola una cara de un vinilo– se gestó directamente en directo, en la gira de presentación de su anterior álbum, “Bajascillators” (2022), y se grabó del mismo modo al regresar a Chicago, en los estudios Electrical Audio fundados en 1997 por Steve Albini.

El modo en el que se fraguaron estas piezas es, por sí solo, motivo más que suficiente para que “Inland See” suene más vivo y palpitante que otros de sus discos –por ejemplo, el citado “Bajascillators”–. De las cuatro piezas, las dos últimas, “Keiji Dreams” y la larga y, hasta cierto punto, épica “Graut” son las más reconocibles con su característico estilo “espacial” y onírico, mientras que “Skylarking”, con la que se abre el disco, resulta extremadamente sedosa y casi new age, y “Reno” es la composición más delicada que la banda haya grabado desde “Show Your Love And Your Love Will Be Returned” junto a Bonnie Prince Billy. ∎

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