Álbum

Blanck Mass

Ted KSacred Bones-Popstock!, 2022

Que son malos tiempos para la lírica, de esto no cabe duda alguna. Pandemias, volcanes, guerras y amenazas de estanflación son los campos semánticos de moda que se alinean con las omnipresentes enfermedades, el hambre o ese otro jinete del apocalipsis que a todos nos visita tarde o temprano. O sea, que si nos paramos a pensarlo un momento, y se me permite el casticismo, no es que “nos haya mirado un tuerto”, es que el tuerto somos nosotros mismos. Schopenhauer tenía razón: somos máquinas deseantes no programadas para la felicidad. Y las noticias atroces, que antes llegaban tarde, o no lo hacían, ahora golpean en tiempo real –por eso dicen que la guerra de Ucrania es la “primera guerra mundial”–, a menudo contaminadas de propaganda y posverdad. Porque cafres iluminados, y aquí ya vamos con Theodore Kaczynski, han existido toda la vida.

“Ted K” es el título de la nueva película de Tony Stone, director de “Severed Ways. The Norse Discovery Of America” (2007), una curiosidad épica sobre vikingos que recomendamos como aperitivo a “El hombre del norte”, de Robert Eggers. Stone la ambientó con el black metal de los noruegos Dimmu Borgir, pero también con Popol Vuh y Brian Eno. Senda de la electrónica porosa en la que reincide fichando a Blanck Mass, el proyecto de Ben Power, mitad caucásica de Fuck Buttons, quien entrega su segunda banda sonora completa tras Calm With Horses” (2020). Publicada por Invada, sello del que Geoff Barrows –Portishead– es copropietario, obtuvo el prestigioso galardón Ivor Novello en su edición de 2021, y se suma a los cinco cortes que Blanck Mass compuso para el giallo “The Strange Colour Of Your Body’s Tears” (Death Waltz, 2015), cerrando por ahora con “Ted K” el catálogo sonoro para la gran pantalla de Powell.

Música electrónica para ambientar la tétrica historia de Unabomber, lo cual no deja de ser irónico tratándose este individuo de un retrógrada neoludita que se opone radicalmente al desarrollo tecnológico y científico, aversión que comparten, de una u otra forma, tantas sectas y religiones. Pero Kaczynski, que actualmente se encuentra cumpliendo cadena perpetua en una penitenciaría de alta seguridad en Colorado, no pudo escapar, ni siquiera en su escondrijo forestal de Montana, a los avances materiales, técnicos y logísticos que tanto cuestionaba y que sirvieron para dar con él. Su periplo recuerda al patético personaje de Boris Vian en “Java des bombes atomiques”, si no fuese porque la mente enferma de este profesor universitario de matemáticas causó con sus cartas explosivas la muerte de tres personas, hiriendo gravemente a alrededor de una veintena.

Blanck Mass se inspira en este atrabiliario personaje para componer de nuevo una música electrónica densa, impenitentemente ominosa, repleta de tensión, con referentes estilísticos que remiten a Ennio Morricone (“Blue Tunnel”), John Carpenter (“Manifesto”) o Hans Zimmer (“Montana – Main Theme”). Con ello muestra, además de buen gusto, un gran dominio de la técnica musical cinematográfica, marcando un punto y seguido en esta vertiente experimental aplicada a las imágenes en la que este músico afincado en Edimburgo se siente tan cómodo. La opresiva música de “Ted K”, cuyos diecinueve cortes rondan de media los dos minutos de duración, no solo logra transmitir el aislamiento juramentado de su protagonista –detalle dramático del que nos vemos convenientemente informados–, sino una gran sensación de unidad, lo que facilita la escucha del álbum como un todo, donde los pasajes industriales ceden ante las ambientaciones melódicas y los remansos fantasmales, instrumentalmente situadas entre el drone, un IDM nocturno y granulado –donde caben pianos y otros sonidos analógicos–, y la clásica sonoridad documentalista del Vangelis más profundo, áspero y setentero. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados