Reedición

Blondie

Against The Odds 1974-1982Numero Group-Chrysalis-Universal, 2022

Sí, esta es la enésima recopilación de Blondie, pero se promociona y se antoja como la definitiva. La más amplia. Al menos por lo que respecta a sus años de esplendor. Porque no es un compilado al estilo de los que han proliferado hasta ahora, sino un boxset en cuatro formatos distintos que documenta, con abundante material extraído del archivo personal de Chris Stein, todo el proceso creativo del cuarteto neoyorquino en la fase de maduración de su sonido. Tanto las semillas como los frutos de los seis álbumes de su primera y rutilante etapa, antes de su vuelta a finales de los noventa.

La principal novedad es la exhumación de 52 cortes a modo de bonus tracks, de los que 36 permanecían inéditos, y que permite apreciar el amplio recorrido creativo de una banda que fue la combinación magistral del talante arty del downtown neoyorquino de la segunda mitad de los 70 con un fino olfato comercial que sintonizó con el gran público. La mejor plasmación de ese cruce de caminos entre un genuino afán de fagocitación de estilos y la combustión instantánea del pop cuando se sirve de su poder de síntesis para capturar la magia en poco más de tres minutos. Contagiados del frenesí de una ciudad que absorbía nutrientes y quemaba modas a la velocidad del rayo.

Debbie Harry y los suyos empezaron surtiéndose del legado de los girl groups y la inagotable beatlemania, rebuscando en el arcón de los años 60 que (al fin y al cabo) habían dispuesto la plantilla para la emergente new wave, para acabar adoptando esquemas de la música disco, del reggae, de la protoelectrónica y hasta del hip hop, logrando la cuadratura del círculo cuando entraron en el presente siglo como única banda norteamericana capaz de encabezar las listas de singles británicas al menos una vez en cada una de estas tres décadas consecutivas: los 70, los 80 y los 90. Su eco ha reverberado con los sucesivos revivals, tanto a nivel estético como esencialmente sonoro: así fue tanto cuando The Primitives, The Darling Buds o Transvision Vamp resucitaron su modelo a finales de los 80 como cuando la escena de Nueva York de principios de los 2000 (la inmortalizada en el libro “Nos vemos en el baño”, de Elizabeth Goodman) trató de reformular algunos de sus principios. Su estela es casi inabarcable y aún borbotea modernidad, por mucho tiempo que pase.

Abundar en las excelencias de “Blondie” (1976), “Plastic Letters” (1978) o “Parallel Lines” (1979) puede ser, a estas alturas, de lo más redundante. Por muy remasterizados que estén. Los tres figuran, junto a “Eat To The Beat” (1979), “Autoamerican” (1980), “The Hunter” (1982), el siete pulgadas “Moonlight Drive” / “Mr. Sighteer” y los discos de rarezas “Plaza Sound”, “Parallel Beats”, “Coca Cola” y “Home Tapes”, en la versión más amplia de este boxset, la de los diez vinilos de su edición Super Deluxe. Hay otra edición de ocho CDs con los seis primeros álbumes más los 52 bonus tracks, que también se venden en una edición como triple CD y otra en cuatro vinilos, igualmente accesible en streaming y que permite asistir al crecimiento de Blondie prácticamente desde sus primeros balbuceos, cuando se metieron en un sótano bajo la supervisión del periodista Alan Betrock, fundador del ‘New York Rocker’, quien aseveraba que por entonces apenas sabían ni tocar.

De esas sesiones proceden “Once I Had A Love”, maqueta de “Heart Of Glass” aún desprovista de cualquier colchón disco (ya en manos de Mike Chapman propulsó su cadencia), y hay incluso una “The Disco Song”, de 1974, que es la misma canción pero suena más jamaicana que orientada a una pista de baile que entonces seguramente ni divisaban. También de las sesiones con Betrock proceden una “Platinum Blonde” en los huesos o una “Puerto Rico” que acredita su temprana preferencia por los girl groups y el doo-wop, justo cuando el productor Richard Gottehrer se fijó en ellos. No en vano, es la primera toma conocida de su versión de “Out In The Streets”, de las Shangri-Las, la que abre estas proteicas dos horas y media. “Spaghetti Song - Atomic Pt. 2”, por su parte, suena a protoelectrónica fundida con guitarras surf mucho antes de que “Atomic” fuera el éxito irrebatible que fue; la versión demo de Mike Chapman de “Hanging On The Telephone” suena aún más cruda que la definitiva, y “Sunday Girl” redobla su hechizo con una versión en francés y otra en una muy casera versión maquetera, que rezuma el encanto de las primeras veces.

La amplia gama de fotos y textos (declaraciones de los músicos y de sus productores Richard Gottehrer, Mike Chapman y Ken Shipley) redondea el festín, que (esta vez sí) tiene tanto de ambrosía para el fan completista como de labor de arqueología para testar la evolución creativa de uno de los grandes epítomes de la genuina nueva ola en su versión más omnívora.∎

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