Desde el principio de su carrera, Dylan quiso ser un eslabón más en la cadena de los trovadores que servían como eco de las penas y alegrías del pueblo norteamericano. Woody Guthrie fue su matriz. Su genialidad fue no quedar aprisionado por el modelo: este le sirvió únicamente como luz en la que empezar a reflejar el volcán de un talento indomable, torrencial e independiente. Pero nunca olvidó su ideal de eslabón y cadena, y “Modern Times” es una de sus mayores afirmaciones en este sentido: aquí reproduce muchos de los estilos que han ido configurando el gran tapiz de la música popular norteamericana remodelando rock’n’roll, country, swing, jazz, valses, blues y baladas sin miedo a la cita explícita o al (casi) plagio orgulloso (se ha hablado mucho de las similitudes de
“Rollin’ And Tumblin” con un tema de Muddy Waters fijado en 1950: las hay, desde el título; sin esconderse). Dylan recurre a frases o temas que son patrimonio colectivo y les insufla nueva vida sin desvirtuar su origen. No es copia: es conocimiento, sabiduría, respeto.
“I keep recycling the same old thoughts”, dice en
“Someday Baby”. ¿Más claro? “Modern Times” flota mientras suena como una cápsula sin referencia temporal. Habría sido actual hace quince años, lo será dentro de cincuenta. La música –guitarras, piano, armónica, violín, bajo, percusión– se despliega con serenidad y calidez dejando sin esfuerzo profundas huellas en la memoria. Es un resorte para viajar a otros tiempos sin perder el presente de vista. Y la voz, esa no-voz nasal y rota, se arrastra sobre las palabras acariciándolas, retorciéndolas, dotándolas de un sentido que únicamente lo tiene en su exactitud cuando sale de la garganta de su creador.
Y los textos, siempre un campo de minas en el opus dylaniano, se recrean, entre la metáfora insondable y la claridad más lineal, sobre los eternos temas del amor (mucho, mucho amor), la religión, la muerte y las rápidas alusiones al presente (aquí pueden leerse, si se quiere, referencias al desastre del Katrina, a la especulación o a la deslocalización laboral).
“Sleep is a temporary death”, setencia en
“Workingman’s Blues #2”. El Bob Dylan del siglo XXI está muy, muy despierto. ¿O hay alguien más capaz de cerrar un disco con algo tan majestuoso como
“Ain’t Talkin’” ? Los dylanólogos se encargarán de encontrarle su lugar a “Modern Times” dentro de la catedral del de Minnesota. Hoy, ahora, se puede afirmar que es uno de los grandes discos del año, de cualquier año. ∎