Álbum

Brian Wilson

SMiLENonesuch-Warner, 2004
La leyenda acumulada durante treinta y siete años sale a la luz completamente reconstruida: no se ha usado ninguna cinta original, aunque sí el sistema de grabación por fragmentos. Comparando con las sesiones originales, se confirma que Brian Wilson tenía “SMiLE” prácticamente listo y que quien no lo estaba era él o el público. Completado el rompecabezas, queda en tres partes. La primera (la sinfonía americana del viaje al oeste) suena espectacular en su vertiginoso fraccionamiento, siempre fluyendo maravillosamente en torno a un eje melódico. Cierto es que se nota poca energía en Brian (aunque han hecho maravillas ¿digitales? con su voz), pero la meticulosidad con que la banda (Wondermints y cía.) reproduce el carrusel mágico de sonidos es admirable. La segunda, la oda a la juventud de la que es sublime culminación “Surf’s Up” (algo menos escalofriante que la de 1966), cobra un sentido inesperado y una fuerza que no estaba en los archivos, resultando irresistiblemente eufórica y sobrecogedora al mismo tiempo. En la tercera parte se sueltan: la “suite de los elementos” se completa con letras de Van Dyke Parks (mitad lírica del proyecto y primero en rendirse en su día) y una asombrosa alquimia que justifica esta edición: la manera de jugar con el timbre de los sonidos en “Wind Chimes” o “Mrs. O’Leary’s Cow” (toma ruido) es sensacional y hasta da gusto acabar con una renovada “Good Vibrations” en este contexto.

Acorde con el mito, “SMiLE” define la música pop como obra de arte. Las melodías son tan básicas y esenciales que no parecen inventadas, sino captadas de una existencia natural en el cosmos por una mente prodigiosamente pueril. Y pese a la complejidad de su tratamiento (esa mente imagina el sonido de manera única) y a la abstracción poética, el resultado es universal en su accesibilidad: sus emociones son primarias, físicas además de intelectuales (Wilson por condición y Parks por elección mantienen una inocencia naíf puramente impresionista). Queda imaginar cómo habría cambiado la historia si se hubiera editado en su momento. Quizás nada. Al fin y al cabo, esto es arte puro y la industria siempre se decantó por el producto. Por eso “SMiLE” es un tesoro. Por amor al arte. ∎

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