Sobre la importancia de ver y escuchar más allá de nuestras narices. Sobre la importancia de la perspectiva. Y de los hilos invisibles.
Estamos en 1975, es 13 de agosto. Bruce Springsteen & The E Street Band, en el primero de los diez conciertos que darán en cinco días en el Bottom Line neoyorquino, versionan “Up On The Roof” de The Drifters, ralentizándola, narcotizándola, transformándola para sacarla a pasear del brazo del saxo del Big Man por la noche estrellada de aquel Spanish Harlem de Ben E. King. “There’s room enough for two, up on the roof”. Una versión extraordinaria, como también lo era, por si a alguien le interesa, la que por aquellos entonces hacían de la dylaniana “I Want You”. Es un Bruce de 26 años, ardiendo como una supernova, bullendo.
Estamos en 2003, es 9 de mayo. Se estrena el documental “Only The Strong Survive”, de los cineastas Chris Hegedus y D. A. Pennebaker y el periodista Roger Friedman, donde recuperan a iconos del soul (y del rhythm’n’blues) largamente olvidados y/o nunca suficientemente valorados. Un cálido, entrañable y desorganizado homenaje de noventa y seis minutos de reivindicación y resistencia, entre entrevistas, ensayos y actuaciones revue fechadas en los años 1999 y 2000 de soul survivors habitando un mundo que ya se estaba yendo: Isaac Hayes morirá cinco años después del estreno; Wilson Pickett, dos años y medio; Rufus Thomas ni llegará a verlo. Entre quienes también aparecen en la cinta, Mary Wilson (The Supremes), fallecida en 2021, Jerry Butler (The Impressions) y Sam Moore (Sam & Dave), aún vivos. Sigan leyendo.
Estamos en 2022, es 11 de noviembre, y Bruce Springsteen se saca de la chistera a magic trick, esa expresión que tanto usó en su espectáculo de Broadway: el disco de versiones de soul “Only The Strong Survive” (magnífico e irresistible karaoke, por cierto: “I don’ care if you lied, let’s dance!”). Si han llegado ustedes hasta aquí, ese título les sonará. Sí, tanto el documental citado algo más arriba como este flamante álbum han sido bautizados igual que la canción que Jerry Butler (la compuso junto a Kenny Gamble y Leon Huff) incluyó en su álbum “The Ice Man Cometh” (1968). Era la tercera de ese trabajo; la primera, la que abría el LP, era “Western Union Man”. Ambas suenan en este nuevo disco de The Boss (el segundo de covers que lanza en su carrera, tras “We Shall Overcome. The Seeger Sessions” en 2006), donde también encontramos a Mary Wilson en el tema de The Supremes que lo cierra, “Someday We’ll Be Together”, y a Sam Moore poniendo su voz en dos piezas, “Soul Days” (que Dobie Gray publicó en 2000) y “I Forgot To Be Your Lover” (de 1968, popularizada por William Bell, quien la compuso con Booker T. Jones). La conexión con el documental “Only The Strong Survive” de 2003, el hilo invisible, está ahí, casual o intencionadamente. Las dos iniciativas juegan a lo mismo. Ambas son cartas de amor, sendas letters to you, dirigidas a los recuerdos, a ese tipo de soul y a sus héroes que fueron, a un viejo mundo del que solo restan sus muy últimos pobladores. Las dos primeras palabras que se escuchan en este álbum son “I remember”. ¿Es un truco o es un trato?
Porque aquí todo son recuerdos. Porque “Don’t Play That Song” (“don't play that song for me, though it brings back sweet memories”), de 1961 y firmada por Ben E. King, es otro hilo invisible que nos lleva a aquella versión de 1975 de “Up On The Roof” del principio de este texto. Y porque aquí todo son, también, círculos que se cierran. “I wanna hear some Wilson Pickett, some Joe Tex, I wanna hear some Sam & Dave, oh, yes, indeed, hey, Sam, I wanna hear some Aretha, I wanna hear some Ray Charles, and some soulful Sam Cooke now, what about that, I wanna hear some Arthur Conley, and what about Edwin Starr?”, se replican el uno al otro, al final de “Soul Days”, Bruce y Sam Moore, en modo call & response.
El soul y Bruce siempre han ido de la mano, tangencial o directamente, desde “The Fever” hasta “Spirit In The Night” (“we danced all night to a soul fairy band”) y “Hearts Of Stone”, desde los dos LPs con Gary U.S. Bonds a principios de los 80 hasta “Fade Away” y “Drive All Night”, desde “Savin’ Up” (cedida a Clarence Clemons) hasta “Man At The Top” y “Lion’s Den”, desde “When You Are Alone” hasta “Man’s Job” y “I Wish I Were Blind”, desde “Back In Your Arms” hasta “Happy” y “Lift Me Up” … Hay tantos ejemplos. Ah, y “Roll Of The Dice”, con esa letra (“move on up, come on seven, roll me baby, in this fool’s heaven”).
“Only The Strong Survive” contiene quince canciones que refrendan todo eso. Así que faltan diez por ser citadas. Pero es un disco demasiado bueno como para impedirles a ustedes la posibilidad de descubrirlas, a ellas, las canciones, y a sus intérpretes originales. Y luego, ese gran placer; exprimir algo hasta la última gota. El mapa ya les ha sido trazado, y también la perspectiva. Va, puestos a dirigir un dardo más, ahí va otra: esa toma de “Any Other Way” de William Bell, que lanza el anzuelo a cómo la interpretó en 1962 Jackie Shane (¿la primera cantante de soul transgénero?), mezclándola con cómo la hizo Chuck Jackson al año siguiente. Y así todo. Para rematar la faena, nobleza y oficio obligan, decirles que el álbum ha sido grabado en el estudio Thrill Hill Recording de Bruce en Colts Neck (Nueva Jersey) durante 2020 y que lo ha producido Ron Aniello, quien además toca todos los instrumentos (salvo los de la sección de viento y cuerda; de postre tenemos también sección de coros), con la voz de Springsteen ocupando el centro de todos los escenarios del crimen. Es un muy acertado Bruce de 73 años, recapitulando. Pero todavía bullendo. Les propongo un brindis. Porque sí. ∎