EP

Burial

Dreamfear / Boy Sent From AboveXL-Popstock!, 2024

Desde que Burial abandonara el oscurantismo y revelara al mundo su identidad, el misterio ha pasado a ser más su propia música, lo que podremos deparar de su próximo lanzamiento. El productor británico ha defendido y engrosado su legado del mismo modo que ha renegado de él; ha continuado los puntos suspensivos dejados en “Untrue” (2007); se ha adentrado en hondonadas ambient despojando su música de toda intención pop; ha abrazado la nostalgia, la diversión, la pulsión rítmica y hasta una accesibilidad que realmente, si atendemos a una trayectoria de ya más de veinte años, siempre supo estar ahí. En el lugar justo.

Esta última faceta, la más muscular, la más retrospectiva, la más bailable también, la que más nos deriva inmediatamente a aquel “Nova / Moth” (2022) a medias con Four Tet, es la que explora en su nuevo lanzamiento, el maxi “Dreamfear / Boy Sent From Above”, que representa su debut en XL Recordings. Y digo explora porque en parte se siente una exploración de su propia aproximación a los primeros días de la rave en Reino Unido: Burial se traslada allí como sumergido en un pensadero, presente en otro plano de la realidad y por lo tanto ajeno y distante; absorbe influencias pero nunca consiguen filtrarse puras hacia el interior de su burbuja.

Formado por “Dreamfear” y “Boy Sent From Above”, dos únicos cortes que rebasan los doce minutos, realmente este nuevo trabajo funciona en forma de mix, con sus dos caras en lugar de unas composiciones totalmente diferenciadas. Y cada una de las caras está a su vez dividida en fragmentos, hilados en algunos momentos de aquella manera pero manteniendo siempre hilos conductores en forma de melodías vocales, breaks, algún riff o líneas de sinte, capturando ese enfoque entre urbano y distópico tan característico de Burial.

Partiendo de esa especie de estudio en stop motion con fotogramas de una noche de fiesta, de repaso alegórico a la genealogía raver de los noventa británicos, “Dreamfear” arranca en plena efervescencia protorave, con un sonido opaco y crudísimo, raspado siempre por una ligera distorsión, y transiciona modulando sobre una sección UK garage hacia una energía más big beat. Y sin embargo el fondo no deja de estar recorrido por crepitares, por coros celestiales que convocan esa ominosidad latente en toda la trayectoria del productor. La última sección, apenas mezclada y que sucede a un dilatado silencio, vira hacia sonidos más trance, pero rápidamente se mete en Berghain y en el tech con un distorsionado bombo a negras de electro.

Son ramalazos que preparan para el viaje más intenso, brillante y decididamente psicodélico de la segunda cara, “Boy Sent From Above”, que coquetea con el freestyle sobre un sample de “Angel Of Mine” (Monica, 1998) y que desde ahí juega con ritmos menos sincopados, con drum machines y con sintetizadores enfurecidos deudores del happy hardcore, haces de luz sobre la pista, cortantes como cuchillos… Los cortes del vinilo se convierten a veces hasta en scratches, y de sus heridas brotan voces persecutoras, susurros fantasmagóricos. El conjunto invita a un trance por agotamiento más que por reflexión, y pese a subidas y bajadas, pausas y detenimientos, sigue desenvolviéndose en una fantasía de sintetizadores que no deja de fingir una infinita huida hacia delante. Una escapada al after simbolizada con una aproximación caótica y maquinística al techno duro marca el final de la fiesta, y de este repaso teórico-práctico en el que Burial demuestra que lo que más le divierte es estudiar y ponerse en plan alumno. ∎

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