EP

Campbell / Mallinder / Benge

ClinkerLes Disques du Crépuscule, 2021

El recientemente fallecido Richard H. Kirk tomó la retrofuturista decisión de revivir, aunque fuese en solitario, a su querido Cabaret Voltaire. La estrategia de su compañero superviviente de gozos y fatigas en los Cabs, el inefable vocalista Stephen “Mal” Mallinder, ha sido bien diferente, prefiriendo rodearse de sangre nueva, ya sea con Wrangler, Creep Show o, esta vez, la terna compuesta por él mismo, Julie Campbell –alias LoneLady– y Ben Edwards –aka Benge–, conocido coleccionista de hardware electrónico y único denominador común en todas las felices aventuras emprendidas por Mallinder en su nueva juventud.

“Clinker” es un ejercicio de estilo irresistible y meritorio, pero retro –sin futurismo–; esto es cierto. Se gestó hace dos años a partir de una serie de borradores y patrones rítmicos a los que había llegado Benge en sus científicas horas libres, pero las grabaciones permanecieron hibernadas debido a los compromisos profesionales de los partícipes, hasta que pudieron retomarlo todo ya sentados en la mesa de mezclas. El disco empieza fuerte con “Camouflage”, una delicia de tintes synth que retrotrae a los primeros Depeche Mode, aunque mucho más a los Ultravox de John Foxx, donde, además, Mallinder recupera la voz distorsionada de los primeros Cabs. Estética que comparte “Monochrome”, la pieza siguiente, más industrial y difícil por sus ritmos entrecortados y guitarras abrasivas, similar a la subsecuente “Influx”. Ambas dan paso al momento D.A.F. del conjunto, “Signification”, agraciada con un secuenciador obsesivo y sus correspondientes voces amenazantes. Un kickhead mussoliniano en toda regla.

De esta forma, “Clinker” es, de momento, el imprevisto y martilleante resultado de la larga quedada. En definitiva, un EP (o miniLP, según la portada) de seis cortes vocalmente dominado por Mal –que también vuelve al bajo eléctrico–, con la excepción del corte más apegado a los Cabaret Voltaire de la era “The Crackdown” (1983), cantado en estilo sincopado por LoneLady. Su refrescante aportación queda bien patente, especialmente en lo referente a las guitarras, ya no rítmicas, sino tocadas como si fuesen cajas de ritmo. Un truco, por cierto, muy post-punk. “Dereliction Magical” –“abandono mágico”– es ese tema de cierre, seguramente lo mejor por su genial título, pero, sobre todo, por su combinación de melodía y corrosión en la que cabe electrónica puntillista, cubismo eléctrico y un soul mutante a la altura de un Michael Jackson póstumo al borde de un ansiado estado de trashumanización.

El título del disco se traduce como “escoria”; según el diccionario de la Real Academia, sustancia vítrea que sobrenada en el crisol de los hornos de fundir metales, procedente de su parte menos pura unida con las gangas y fundentes. ¿No les recuerda todo esto un mucho al mítico Sheffield de Kirk, Mallinder y Watson? También es la materia que suelta el hierro candente martilleado, la lava porosa de los infames pero donadores volcanes, o el residuo esponjoso remanente tras la combustión del periclitado carbón. Finalmente, el término apunta a lo vil y de ninguna estimación. Claro que cada uno es libre de escoger el valor que más le convenga, o inspire, la crudeza y oportunidad de “Clinker”. ∎

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