Álbum

Chill Mafia

Agur eta ohore x Allá va la despedidaOso Polita, 2024

Si PXXR GVNG revolucionaron la escena urbana estatal en cinco años, la Chill Mafia lo ha hecho desde Navarra en solo tres. Este es su disco de despedida, pero no vale la pena lamentarse: los propios componentes de la cuadrilla afirmaban estar ya desmotivados con el proyecto, a lo que probablemente debamos sumar la incompatibilidad logística de carreras en solitario cada vez más potentes, como las de Ben Yart y Kiliki. La chillma tocó techo, y que todo termine aquí es perfecto para imprimir la leyenda.

Hablaba de escena urbana, pero, en realidad, lo que encarna el colectivo pamplonés tiene un carácter más de continuo rural-urbano, representado por esa cultura del barrio periférico que conecta con el campo. Al igual que en los casos de Ortiga y Boyanka Kostova en Galicia, una de sus principales virtudes ha sido aunar con gran naturalidad el folclore y las últimas tendencias, dirigirse hacia un público multigeneracional que, potencialmente, pudiese compartir espacios en la verbena. Por su propio origen, la chillma ha bebido mucho del rock radikal, pero desde una perspectiva generacional que les ha permitido reírse de ello con distancia, al tiempo que se ríen de ellos mismos. “De mayor seré concejal de Bildu en el ayunta / Que la música no da pa’ pagar tanta multa / Se me ha quema’o el café, se me ha caído la chusta / Soy más tonto que Abundio, no entienden mi swag”, cantan en “Hombre clavo” dejando entrever que ellos conectan más con las parodias televisivas de ‘¡Vaya semanita!’ que con las proclamas de Kortatu y Negu Gorriak. Igual de interesante es cómo huyen por completo de la exaltación de ego típica de la música urbana y, siempre desde la mentalidad colectiva, se cachondean de todo y de todos. Detalle añadido de la canción mencionada es que se trata de una colaboración con los albaceteños Nerve Agent, lo que elude cualquier tentación –si es que la había– de tildar a la cuadrilla de demasiado insular.

Eso no está exento de una actitud gamberra y provocadora. Las primeras palabras que sueltan (en “La del perro”) es “Pa que salga el sol de nuevo / quiero ver policías muertos” mientras funden música tradicional con bases electrónicas y autotune. “Somos el pan de pueblo / vosotros el Pan Bimbo”, cantan sobre base reggae en “Txintxo”, que, en realidad, es la crónica costumbrista y guasona de un gaupasa intergeneracional escrita, como gran parte de sus temas, en euskañol. “Tu padre me pidió tabaco / le di una de espiz / hablarte me da palo”, se escucha poco después de una referencia al grupo Brigada Criminal. La empalman, inteligentemente, con una versión de “Ídolo caído”, de la banda guipuzcoana. Su adaptación (del punk original a un tema de techno-trance con homenaje ¿inconsciente? a Green Day en la melodía) amplifica muchísimo su emoción. A veces una voz autotuneada puede resultar más honesta que un grito. Y no es esta, por cierto, la única relectura de un tema ajeno que aparece en la mixtape. También se atreven con “Merezi ote”, del cantautor Gontzal Mendibil, a la que llevan a un terreno de pop-rock también cargado de emoción e intensidad.

No por ser vieja conocida deja de llamar la atención “Puta Ripagaña”, con su atrevida fusión entre jota, fandango y trap y las voces de Ben Yart, Kiliki y Flako dándose la alternativa de modo tan atrevido como desternillante. Si no lo es ya, debería ser un clásico que suene en todas las fiestas populares de Euskal Herria, y solo “Mus corrido” –demasiado simplista en su símil entre el juego de cartas– palidece respeto a los otros ocho temas.

“Animal Crossing” muestra a la cuadrilla en modo de punk-pop vibrante con bases electrónicas (¡es un hit!) y “Speederman” –a la que ya presentaban como “La cumbia del Hombre Araña” en la magnífica entrevista que les hizo Aïda Camprubí en 2022– es otra genialidad, con barras como “A mí me llaman el hombre araña / Porque ando subido por las paredes de las casas / Mi nombre es Peter Parker y me bajo al parque… / ¡A fumar la Mary Jane!” Ahí queda esto para la posteridad. Agur, y dejemos que el mito crezca. ∎

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