Tener la llave del mundo de David Lynch siempre será tarea imposible. Su imaginación desborda la media común y sus fantasías, siempre entre el sueño y la realidad, son tan escurridizas como fascinantes. Y no solo en sus largometrajes, claro: solo hay que echar un vistazo a sus cortos y a sus fotografías y, por supuesto, a su intermitente pero ya considerable producción musical.
“Recuerdos de celofán” es un título perfecto para su nuevo encuentro con la texana Chrysta Bell Zucht –la agente especial Tammy Preston en “Twin Peaks” (2017)–, Chrystabell para el arte. El director de Montana y la de San Antonio ya unieron fuerzas en 2011 en “This Train” –repitieron en el EP “Somewhere In The Nowhere” (2016)–, un disco que elevaba el papel del crooner a una nueva categoría, con Chrysta reinando sobre sintetizadores flotantes y guitarras de regusto vintage.
Más de lo mismo, pero más refinado y extremo, es lo que ofrecen en “Cellophane Memories”: aquí la realidad queda completamente disuelta en una atmósfera tan quebradiza como amenazante tricotando treinta y siete minutos tan misteriosos como sombríos, algo así como los flecos de una noche que nunca se podrá comprobar si fue real o soñada y que remite a ráfagas a los mejores momentos de aquel “Floating Into The Night” (1989) que Lynch y Angelo Badalamenti le sirvieron en bandeja a la desaparecida Julee Cruise (1956-2022).
El también desaparecido Badalamenti (1937-2022) hace acto de presencia (póstuma) con sus sintetizadores en “She Knew” y “So Much Love”, dos canciones para las que el adjetivo “etéreo” se queda corto y que encajan como guante de seda en un tracklist que revisa como nunca la estética (¿real? ¿intuida?) del pop de los cincuenta y sesenta en filigranas como “You Know The Rest” –una película sin desenlace: “El único garaje estaba lleno / caminaron por la calle / era de noche y hacía calor / había un helicóptero volando por encima / miré la hora / eran más de las ocho y ocho / la luna estaba llena / cuando apareció en la esquina”–, “Two Lovers Kiss” –amor sin fin: “La luz de la luna / en esta noche mágica / esta noche mágica / dos amantes se besan / ámame, dijo ella / ámame para siempre / nunca he amado a nadie / excepto a ti / siempre a través del tiempo / soy tuya / todo el tiempo supe / eras tú” – y “The Answers To The Questions”.
Todo el disco es un permanente balanceo sobre la cuerda de lo onírico, pistas de un misterio que nunca llega a desentrañarse, con Bell ejerciendo de delicada chamana en una ceremonia de apariencia serena pero continuamente acechada por los cepos más oscuros del subconsciente: dream pop en su máxima expresión en un álbum tan bello como inquietante, elegante y sexi, sensual, melancólico y tenebroso. ∎