Queriendo o sin querer, Claire Cottrill, alias Clairo, iba en camino de convertirse en un emblema perfectamente imperfecto de la Generación Z: extremadamente online, bisexual, con problemas de depresión y ansiedad y grandes temas (no solo) bedroom pop, lo tenía todo para ser la voz de su generación. Lo supo ver una industria musical ávida de revoluciones por saquear y que, al parecer, dejó a Cottrill sin ganas de seguir. Ni con la música ni con nada. Lo contaba hace poco en entrevista de portada en ‘Rolling Stone’: “Estaba colgando de un hilo, y puedo decirlo con total honestidad. Estaba cerca de perder realmente los cabales y no querer estar aquí. No veía una razón para hacerlo”.
Por suerte, antes que tirar la toalla, Clairo ha salido adelante replegándose en sí misma y en sonidos de cuando ni siquiera podía ser un plan en la cabeza de sus padres: “Sling” es su giro hacia el pop-folk de autora de los 70, su (temprano) disco adulto, su “Folklore” (Taylor Swift, 2020); uno de los productores de aquel, Jack Antonoff, es su aliado principal en la empresa. Lejos del estrés urbano, en el refugio de las montañas Catskills (Allaire Studios) donde Bowie grabó “Heathen” (2002), este icono de la juventud ha podido por fin seguir los designios de su alma vieja.
Donde antes había beats electro-pop y R&B o guitarras distorsionadas, ahora hay guitarras blues y pianos meditabundos, cuerdas y vientos. Joni Mitchell y Carole King parecen ases de guía, pero también sigue ahí Elliott Smith, en algún momento (“Reaper”), se diría, a través de Phoebe Bridgers. Su voz continúa siendo un susurro, pero ella encuentra poder en la fragilidad, en parte gracias a su nuevo uso del vibrato.
Cottrill pisa el freno y busca la quietud, los giros sutiles, la magia casi casual antes que la matemática del hit. Sea como sea, “Amoeba” se eleva como una de sus canciones más redondas hasta la fecha: beat sostenido, clavicordio funk y estribillo claro obran el milagro. Aunque “Zinnias” también cuenta con un ritmo contagioso, en el disco ganan las baladas, la mejor de ellas “Just For Today”, sobre la absoluta necesidad y dignidad de pedir ayuda si tienes algún problema mental.
La elegida como single de avance fue, sin embargo, la algo menos pegadiza “Blouse”, importante para Clairo por cuanto tiene de exorcismo de la sexualización a que fue sometida por la industria: “¿Por qué te cuento cómo me siento / cuando estás ocupado mirando debajo de mi blusa?”, canta con menos rabia que tristeza. Es la perspectiva precozmente madura de una artista que ya ha visto mucho a sus 22 años, y que en solo su segundo álbum ya aborda temas más propios del quinto o el sexto, como la maternidad o la carga mental de los errores y remordimientos. A veces, sus letras resultan, eso sí, quizá demasiado crípticas, casi como de monólogo interior puramente privado. “Sling” o los gozos, pero también alguna sombra, de replegarse en uno mismo. ∎