La cantante y compositora francesa Clara Luciani prosigue su coronación en el pop. “Mon sang”, “Mi sangre”, su tercer álbum, que tiene mucho influjo del nacimiento de su hijo, lo tiene todo para ser un éxito en Francia y a nivel mundial para todo aquel que se deje seducir por un pop arrebatador. Con la punzada corta y precisa en las baladas (“Romance”, “Chagrin d’ami”), con la grandiosidad de la épica y de las canciones redondas (con un single esbelto como “Tout pour moi”, el impulso de “Allez” y “Seule” o la pegadiza “Roule”). El arranque del disco cuenta con una canción tan redonda como “Cette vie”, quizá de sus mejores composiciones hasta la fecha, donde suena radiante y recuerda a la genial Françoise Hardy. Ella ha confesado su pasión beatle, por Gainsbourg, por Nico, entre otros constructores de un pop excelso.
Acompañó en gira en 2017 a Benjamin Biolay (y algo de esa manera de componer con tanta alquimia posee) y ha ganado varios premios Victoria de la Musique (mejor álbum en 2022 por “Coeur” y mejor artista femenina en 2020 y 2022).
Aunque la Luciani me parece una artista de primer nivel, reconozco que en este trabajo me ha impresionado menos que en su debut, “Sainte-Victoire” (2019), y en el citado “Coeur” (2021). Eso no quita que debamos reconocer que posee madera de música de primer nivel. Pero quizá aquí se aferra a esquemas más homogéneos, más de género y menos rupturistas que antaño. Eso sí, sus canciones tienen pegada, convencen, y atrapan.
Conviene recordar que Luciani estuvo en la banda La Femme colaborando en las canciones “La femme” e “It’s Time To Wake Up” de su primer disco, “Psycho Tropical Berlin” (2013). Lo que dice mucho de su apertura musical. Su alcance llega hasta el universo anglo con, por ejemplo, la versión que Metronomy hicieron de su “Le grenade”. Aunque enseguida se dedicó a su carrera en solitario, que rápidamente la encumbró a la primera liga del pop.
El primer adelanto de este disco fue el single “Forget Me Not” con Rufus Waingwright, una preciosa balada en la mejor tradición de esos slows que sirven de cierre y colofón final. Años antes nos alucinó con su colaboraciones con Philippe Katerine en una fantástica “Qu’est-ce que t’es beau” y con Alex Kapranos en una versión magnética del “Summer Wine” de Lee Hazlewood. Y con Rufus se cierra un disco que, si bien no es tan rompedor como sus anteriores álbumes, supone un nuevo hito en su carrera. No es otro de sus torbellinos pop que nos dejan con la boca abierta −no todo tiene por qué serlo−, pero Clara Luciani no da paso en vano. ∎