El título del quinto trabajo de clipping. avanza las intenciones: está tomado de las primeras líneas de la novela “Neuromante” (William Gibson, 1984), todo un canon para la ciencia ficción contemporánea y, sobre todo, para la consolidación de lo que hoy entendemos generalmente como ciberpunk: “El cielo sobre el puerto era del color de la televisión, sintonizada en un canal muerto”. Antes, en los ochenta, ese cielo sería del mismo gris neblinoso que la estática que imprime el insecto cibernético de la portada de “Dead Channel Sky”; hoy, sería del mismo negro profundo que la domina.
No es la única referencia literaria que veremos a lo largo del viaje: “Mirroshades pt. 2”, junto a Cartel Madras –secuela espiritual de la novela del mismo nombre–, imagina el club donde se reúnen los fixers con piratas informáticos y ciberterroristas con un deep house de aires hi-tech. “Mood Organ”, en la que mejor se funde el hip hop con esa producción cortante y experimental –del mismo modo que en “Madcap” las voces se trocean en glitches–, alude directamente a “Sueñan los androides con ovejas eléctricas” de Philip K. Dick. El interludio “And You Call” parece sintonizar en una radio antigua superviviente a la radiación un fragmento de la novela “This Is How You Lose The Time War” (Amal El-Mohtar, Max Gladstone, 2019) recitado por la propia autora. Y la primera línea del disco, por su parte –“Damn kids, they’re all alike”–, es una alusión directa al “Manifiesto hacker” (1986) de Loyd Blankenship: en la misma intro se hace referencia también al materialismo gótico y la teoría-ficción cibernética de las que habla Mark Fisher en su tesis doctoral, “Flatline Constructs”, publicada póstumamente en 2018.
El nuevo álbum del trío angelino, en fin, sigue enriquecido con complejas narrativas y un storytelling detallista. Daveed Diggs rapea con profundidad casi novelística y con planteamientos de ensayo, y además logra evocar, en temas como “Polaroids”, esos paisajes contaminados, hostiles y amenazados por una constante vigilancia que podemos relacionar con la Norco del videojuego homónimo –“Norco” (Yuts, Aaron Gray / Geography Of Robots, 2022)–. Pero por primera vez, y gracias a la producción más aventurada de William Hutson y Jonathan Snipes, clipping. han decidido acercarse a las coordenadas de Hyperdub y Warp entroncando techno, jungle, ambient e IDM y fragmentarlo todo para encajar con este elevado concepto críptico y pirata.
“Dead Channel Sky” es tanto la banda sonora de un opresivo thriller ciberpunk como una de las estaciones de radio del videojuego homónimo de CD Projekt Red, pero también un poco como una temporada de “Black Mirror”: distintos aspectos de una misma distopía, o distintas distopías plausibles dentro de un mismo horizonte de futuribles; pequeñas historias sobre relaciones en el fin del mundo, sobre alienación, sobre videojuegos y mundos virtuales –“Welcome Home Warrior”, con Aesop Rock–, sobre piratas informáticos y analistas de datos como la que protagoniza “Dodger”, que descubre en el sistema de una megacorporación un virus que conduce al colapso social.
En este afán ciberarqueológico –en la versión del CD, antes de la intro hay casi dos minutos y medio de datos encriptados que revelan una nueva canción, probablemente la sexta parte de su famosa serie “Story”–, fragmentos que permiten elucubrar sobre civilizaciones ya extintas, clipping. se separan de las influencias horrorcore de álbumes pretéritos para abrazar una sonoridad glitcheada e interferida, y que se inserta en el continuum hardcore para explorar las relaciones entre el hip hop y el ciberpunk como vehículos para el afrofuturismo. En “Code”, rescatan un fragmento de audio radiofónico de Edward George, fundador del Black Audio Film Collective y uno de los grandes representantes contemporáneos de esta corriente de pensamiento: “If you can make an archeological dig into this crossroads, you’ll find fragments, techno fossils. And if you could put those elements, those fragments together, you’ll find the code. Crack that code and you’ll have the keys to your future”.
Así, “Dominator” usa un sample de la canción homónima de Human Resource, pináculo de la primera oleada de hardcore techno holandés. En “Change The Channel” y en “Dodger” retoman, respectivamente, el big beat de The Prodigy y de Pendulum, subvirtiéndolo hacia un ecosistema de glitches y sonidos industriales. “Go” alcanza por un segundo la intensidad de las escenas de acción de “Matrix”, pero igualmente colapsa entre errores y crasheos del sistema. La ácida “Keep Pushing” se acerca a lo que a día de hoy le pedimos a Gorillaz y se resisten a darnos. “Scams”, con Tia No More, elucubra sobre las bases de un freestyle como podría hacer un DJ Stingray. Y “Run It” recuerda al prototechno de Detroit y al electro, a agrupaciones como Cybotron y Drexciya.
Además, la experimentación se extiende también a la presencia de Nels Cline –músico vanguardista famoso por ser el guitarrista de Wilco–, que aporta sus noises de guitarra en “Malleus”, o sobre todo del colectivo angelino de música computacional Bitpanic, herederos y alumnos de uno de los grandes pioneros de la música hecha por completo con ordenadores, Mark Trayle. “Dead Channel Sky”, en fin, funciona como una actualización de la tradición afrofuturista de los ochenta que encontró en el hip hop un campo de experimentación y expresión completamente nuevo, y busca situarse, así, con personalidad pero sin inventar nada, en la misma genealogía que Afrika Bambaataa, George Clinton, Juan Atkins, Gerard Donald y James Stinson o Deltron 3030, y conectarla con Kode9, Autechre o Death Grips. ∎