Intentar plasmar todo el rango de estados anímicos humanos a través de la música es una de las grandes aspiraciones que han tenido los compositores a lo largo de los tiempos. Construir un “ruido emocional”, como ha dicho Cécile Schott en referencia al séptimo álbum que publica bajo el nombre artístico de Colleen. La idea puede sonar grandilocuente, pretenciosa, pero conviene rebajar el prejuicio, pues esta multinstrumentista, productora y cantante francesa siempre lo ha hecho desde el intimismo.
“The Tunnel And The Clearing” posee una narrativa clásica. Traza un recorrido personal desde la oscuridad hacia la luz, en este caso inspirado por vivencias personales como una ruptura sentimental traumática, una enfermedad y su traslado de San Sebastián –donde vivió alrededor de diez años– a Barcelona, con la pandemia rematando la escalada de circunstancias desafortunadas. Característica de Colleen desde el principio ha sido su gran versatilidad a la hora de elaborar cada disco utilizando instrumentos diferentes, ya fuesen cajas de música o la viola da gamba. En este caso, ha recurrido a teclados y sintetizadores analógicos, que han conseguido dotar a estas siete canciones –tres de ellas, instrumentales– de una atmósfera envolvente y acogedora. Las cuatro en las que canta se sustentan en textos breves y repetitivos, casi mántricos (confiesa haberse dejado influir sobre todo por músicas de Jamaica y el continente africano), con los que se busca y persigue el camino de la sanación y de las revelaciones, nuevos amparos mirando, por ejemplo, a la catedral de Barcelona.
Hay mucho de dream pop en este disco, cercano por momentos a la estela de Grouper o de David Lynch/Julee Cruise, pero también a orígenes remotos con los que nunca había conectado a estos artistas hasta que la escuché a ella misma versionando en directo la canción “Pearl’s Dream”: la banda sonora de la película “La noche del cazador”, de Charles Laughton (1955), compuesta por Walter Schumann. ∎