¿Hemos de preocuparnos por el futuro de Daughter? Entre su penúltimo (“Music From Before The Storm”, de 2017) y último disco (“Stereo Mind Game”, de 2023) pasó demasiado tiempo. Sus miembros viven todos en lugares diferentes, como quedó claro en canciones recientes marcadas con temáticas de aislamiento o distancia. Canciones que solo presentaron una vez en directo, en la sucursal de Rough Trade en Brick Lane. Su primera referencia discográfica en casi dos años es el audio de una filmación en vivo en estudio, “Live At Middle Farm Studios”, disponible desde hace nueve meses.
Esta falta de actividad editorial y sobre los escenarios resulta, cuando menos, inquietante. Porque Elena Tonra, Igor Haefeli y Remi Aguilella merecen seguir, ser una resistencia de pop sutil en tiempos de ruido (de muchas clases) simplemente agotador. Si el notable “Stereo Mind Game” no tuvo toda la repercusión merecida, fue básicamente por la reticencia de Daughter a dejar de ser ellos mismos, a abandonar el gusto por el (dream)pop más estilizado, la estética invernal y nocturna o las despedidas sin excesivo rencor.
Aunque producidas y arregladas minuciosamente, las canciones de “Stereo Mind Game” no eran solo alquimia de estudio, sino una robusta colección de partituras. Este nuevo EP digital confirma que el repertorio se sostiene sin problema en formas más rudimentarias, más cercanas al indie rock que al post-trip hop orquestal. “Future Lover”, primera del lote, puede perder sintetizadores en la nueva versión, pero queda compensado por una rugosidad y una intimidad nada desdeñables, capaces de arrojar nueva e intensa luz sobre un grupo que creíamos conocer totalmente.
La sensación de sorpresa continúa con “Party”, relato sobre la necesaria sobriedad que ahora suena (todavía) más indie rock, con un aire confesional más creíble en un estribillo con versos como: “Tengo miedo de haber perdido la cabeza / Estoy intentando mantener la compostura / Mis amigos están desapareciendo”. Aquí como en otras canciones, los coros de Elanor Moss y Soren Bryce se empeñan en acercarnos definitivamente al síndrome de Stendhal. Ese “yeah” final: simplemente yeah.
“To Rage” cambia algo menos; si acaso, se hace aún más delicada. “Dandelion” sigue contando con su perfecta outro psicodélica. Sí que cambia bastante “Be On Your Way”, en la que puede ser fácil echar en falta las cuerdas del 12 Ensemble, que daban a la versión original un agradable ímpetu cinematográfico. Pero solo es cuestión de acostumbrarse un poco; a la segunda escucha, te das cuenta de que este recrudecimiento en clave post-rock también sienta bien a la canción.
Cada nuevo disco de Daughter ha sido menos folk que el anterior, pero “Isolation” suena, sobre todo en “Middle Farm Session”, como un claro homenaje a la base de todo el proyecto, a las esencias compositivas de Tonra. Algo parecido podría decirse de la toma de “Neptune”, un poco menos fría que la oficial, sin esa misma atmósfera glaciar pero con el mismo falsete devastador. ∎