Álbum

Dean Wareham

That’s The Price Of Loving MeCarpark, 2025

La guitarra de Dean Wareham continúa sonando espaciada, cristalina, fresca y espontánea, en solos breves y temperados o en pasajes más temblorosos y algo airados. Excelente guitarrista, buen compositor y cantante que sabe lo que puede y no puede hacer con la voz, que moldea para sus estribillos de pop luminoso o algo nostálgico, el ex Galaxie 500 y ex-Luna presenta su cuarto disco en solitario, “That’s The Price Of Loving Me”. Cuarto si exceptuamos los que ha grabado con su compañera Britta Phillips a nombre de Dean & Britta o con el añadido de Sonic Boom, con Claudia Silver como Cagney & Lacee y mano a mano con Cheval Sombre (Christopher Porpora) en un dúo dedicado a interpretar canciones westernianas.

La música de Galaxie 500 y Luna sigue flotando en el ambiente. Es lógico que sea así. También la querencia de Wareham, sobre todo en los tiempos del dueto de guitarras de Luna, por el rock más urbano que soñador de The Velvet Underground; la canción “New World Julie” es un buen ejemplo, aunque la suave cadencia del corte que la sigue, “We’re Not Finished Yet”, se acerca más al dream pop, ligero, evanescente, ornamentado con la misma delicadeza con la que suena de fondo un teclado que imita a un xilófono, o quizá sea al revés. La canción que da título al disco es un precioso sueño pop con un estribillo de encaje perfecto y un mini-Moog setentero. “Yesterday’s Hero” es modélica en la cadencia lírica de las seis cuerdas. “You Were The Ones I Had To Betray” parece country pero los coros, los sintetizadores espaciales y el violonchelo le confieren un aire pop lounge. “Reich der Träume”, cantada en alemán, respira como lo hace el viejo órgano de lengüeta que le sirve de colchón; se trata de una canción de Lutz Ulbrich (Agitation Free, Ash Ra Tempel, 17 Hippies) grabada en 1982 con la colaboración de su compañera en aquellos tiempos, Nico. “Dear Betty Baby” es más dulce que el original, compuesto por Mayo Thompson para su disco de 1969 “Corky’s Debt To His Father”. “The Cloud Is Coming” posee cierto desgarro en la parte solista cantada y se vuelve más vulnerable cuando Britta dobla la voz de Dean. “Bourgeois Manqué” tiene un ritmo flotante y esa textura analógica que es parte indisociable del sonido de Wareham, coronada en su pasaje final con un brillante juego de guitarras acústicas, eléctricas y slide.

Lo secundan Britta al bajo y voces, los bateristas Roger Brogan y Anthony LaMarca y el violonchelista y armonicista Gabe Noel. Wareham se ha rencontrado en la producción con Kramer, que además interviene con un auténtico arsenal de instrumentos que ofrecen pequeños matices, recovecos y complementos: celesta, pandereta, lap steel guitar, tiple, melófono, piano y piano eléctrico, órgano de lengüeta y sintetizador mini-Moog. Kramer fue en buena medida el artífice del sonido de los discos de Galaxie 500. Feliz rencuentro que conecta el pasado y el presente. Wareham es un artesano que se maneja con precisión en los intersticios del pop delicado, la psicodelia poco ácida, la balada eléctrica y el rock de guitarras, con un ojo puesto en Lou Reed y otro en Serge Gainsbourg. Un músico honesto que no hace obras rompedoras, renovadoras o sorprendentes. Solo buenos discos, buenas canciones, que entran a la primera, se quedan y sedimentan bien con el paso del tiempo. Ese es el precio de quererlo. ∎

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