Paul Schrader suele elegir bien a sus compositores. Arrancó su carrera como director del brazo del mítico arreglista Jack Nitzsche, con quien colaboró en “Blue Collar” (1978) y “Hardcore. Un mundo oculto” (1979). Abrazó los sintetizadores de Moroder en “American Gigolo” (1980) y “El beso de la pantera” (1982), con canciones principales interpretadas por, respectivamente, Blondie y David Bowie. Optó por el minimalismo de Philip Glass para “Mishima” (1985). Después de su fértil alianza en “El placer de los extraños” (1990), llegó a colaborar en otras cuatro ocasiones con el maestro Baladamenti.
La inquietud musical del guionista de “Taxi Driver” (Martin Scorsese, 1976) no solo no ha decaído con los años, sino que últimamente parece haberse acentuado. Del brazo de la supervisora musical Dina Juntila, Schrader se ha decantado por bandasonoristas más o menos inesperados, a menudo gente bastante joven: el dúo electrónico We Are Dark Angels (con Deantoni Parks, exbatería de The Mars Volta) en “Como perros salvajes” (2016); el pionero del dark ambient Lustmord en “El reverendo” (2017), y Robert Levon Been (Black Rebel Motorcycle Club) en las canciones y la mayor parte del score de “El contador de cartas” (2021).
En la aquí ya inminente “El maestro jardinero”, especie de cierre de un tríptico sobre hombres solitarios en busca de redención (siempre encontrada a través de y gracias a las mujeres), es Devonté Hynes, alias Blood Orange, cada vez más metido en su faceta de bandasonorista, quien proporciona a Schrader la necesaria mezcla de melancolía, romanticismo y tensión.
Como Schrader, Hynes es fan de Badalamenti, lo que se nota ya en “Opening”, cruce de sintetizadores con trazas también de Vangelis. El clima meditabundo sintético se prolonga durante “Narvel & Isobel”, mientras que “Narvel & Norma” abre paso a unas guitarras líquidas luego presentes en “Flower Ben”. La ensoñación se rompe con la finalmente zumbante “Sleeping / Gunshot”, en la que Geoff Barrow y Ben Salisbury parecen adueñarse por un momento del trabajo, como en algunas otras piezas posteriores.
Las composiciones son en general breves, pequeños bocetos experimentales con inclinaciones ambient (“Bedroom” es puro Hiroshi Yoshimura y “Graffiti” mira hacia Brian Eno), salvando excepciones más desarrolladas como “Drugs”, lento paréntesis atmosférico que acaba remitiendo a los ambientes más nocturnos y turbios de “Twin Peaks”; “Waiting For May”, árido soundscape con aromas casi distópicos, y “Tattoos II”, que arranca también en territorio Badalamenti para luego combinar esa melancolía elegíaca con capas de turbación industrial.
Para el final queda una maravilla, “Space And Time”, sobrecogedora versión de un tema de 2020 de S.G. Goodman con voces de la exquisita Mereba y arreglos del propio Hynes. Schrader se sintió muy identificado con su estribillo, que llegó a citar en su masterclass en el festival de Venecia del año pasado: “I never wanna leave this world / Without saying I love you”. El supuesto nihilista se ha ido ablandando con la edad. ∎