Álbum

Diego Lorenzini

Palabritas y palabrotasUva Robot, 2022

El año 2019 fue un período clave en la biografía del chileno Diego Lorenzini. En aquella temporada se mudó a Barcelona, metrópolis de los cruceros donde atravesó el prolífico desierto de la pandemia y publicó su tercer álbum como solista –también está en grupos como Tus Nuevos Amigos–, “De algo hay que morir”, donde se marcaba una colaboración puntual titulada “Me voy a Valparaíso” con Erlend Øye, la mitad más atenta de Kings Of Convenience.

Tres años más tarde repite con Erlend, esta vez junto a Marcin Oz y el colectivo musical La Comitiva, y entrega “Poesía conspirativa”, uno de los veinticuatro temas incluidos en “Palabritas y palabrotas”, su nuevo disco largo. La canción está bien, pero no es de las que se desmarca de los esfuerzos anteriores de Lorenzini, también ilustrador y nacido en Talca, ciudad donde se firmó en 1818 el Acta de Independencia del país con más línea de costa en el océano Pacífico.

La autonomía de Lorenzini no es tan antigua, pero sí decisiva en su latitud personal: regenta hace tiempo el sello Uva Robot y sigue siendo capaz de hibridar con sentido las formas tradicionales que respiran en su música. Instrumentales como “Mi globito, mi globo, mi ¡paf!” representan sin estrépito esta nueva versión de la genialidad de Lorenzini, cuyo estilo se basa en aspectos diferenciales como letras que inventan fonética y significados, una voz suave que utiliza con juicio o el exquisito trato que da a sus instrumentos de cuerda.

Cualquier cosa”, “El demonio del mediodía”, “Cliché, cliché, cliché” o “Romance del enamorado y la muerte” –con música de Lorenzini y texto anónimo– también remarcan este momento valiente y desatascante del chileno en aspectos habitualmente considerados decorativos como pueden ser los arreglos. En concreto, jazz y electrónica-toy parecen dar un paso al frente. Actitud que le emparenta con renovadores del folk como el medio venezolano Devendra Banhart, el misfit Emilio José, el Víctor Herrero más exótico o el guitarrista valenciano Alberto Montero.

Pero las delicias de “Palabritas y palabrotas”, coproducido junto a Claudius Rieth, no se acaban ahí. Las hay con recado, como “Nada en contra del k-pop”; reflexiones rumberas sobre la inadaptación del inmigrante –“Como un guiri en Barcelona”: no se pierdan el videoclip–, folktrónica retórica –“All-Time Favourite”–, consejos vitales a ritmo de Casio –“Un día de estos”–; o la electrónica que habría producido Simon Jeffes (Penguin Cafe Orchestra) de no haberse anticipado en el mutis –“Fachada continua”–, aquí junto a la voz clara de Alba Morena, una de las muchas personas que acompañan al talquino en su nuevo trabajo incontinente, fecundo, ultramarino y tirando a coral. ∎

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