Dry Cleaning

Se podría recluir a Dry Cleaning en la superpoblada casilla del after-punk británico contemporáneo, porque algunos elementos que dan forma a su música apuntan en dicha dirección. Pero la propuesta del cuarteto londinense escapa sin demasiado esfuerzo a tan restrictivo etiquetado e incorpora materiales creativos mucho más apetecibles. Empezando por una base rítmica profunda y penetrante servida por dos excomponentes de La Shark –Lewis Maynard y Nick Buxton– que en algunos casos fondea en aguas jamaicanas y en otros camina con inequívoco paso rockero. Las guitarras de Tom Dowse también desbordan el arco de influencias habituales en el género, escorándose hacia el indie rock estadounidense de los 90, dotando a las canciones de un continuo rítmico y melódico que trasciende la perezosa cita a Wire o Joy Division. No porque esta no venga a cuento, sino porque aquí hay muchos otros hilos de los que tirar.

El hecho diferencial es el trabajo de la vocalista Florence Shaw, en cualquier caso. No canta, pero resulta fascinante cómo dice lo que dice. Grace Jones en “Private Life” (1980) es un modelo confeso, aunque al escucharla también apetezca volver sobre la obra de paisanos suyos como Kae Tempest o John Cooper Clarke. Y su técnica literaria actualiza el cut-up de la generación beat echando mano a notas de móvil, taglines publicitarios, cuadernos manuscritos, recortes de tabloide o viñetas de un archivo personal que empezó a fraguarse cuando estudiaba dibujo en la Royal School Of Arts.

Los dos EPs que el grupo publicó en 2019 –“Sweet Princess” y “Boundary Road Snacks and Dreams”– ya contenían canciones que obligaban a seguir su rastro, como la irresistible “Magic Of Meghan”. En “New Long Leg”, estilizan un discurso hipnótico con ayuda del habilidoso músico y productor John Parish, quien imprime su reconocible sello en composiciones de gran riqueza como “Strong Feelings” o “John Wick”. Además, el álbum contiene otras canciones que cautivan de inmediato. Es el caso de “Unsmart Lady”, en la que Shaw reflexiona sobre la imagen personal como yugo social. También el de “Scratchcard Lanyard”, una de las mejores partituras pop que escucharemos este año, cuestionando ciertos roles que se siguen asignando a las mujeres porque sí. ∎