Todas las caras, todos los ámbitos de Karin Dreijer se dan cita en “Radical Romantics”, un tercer álbum (de estudio) bajo el alias Fever Ray que, en realidad, tiene mucho de reunión de The Knife, y en el que encontramos no solo piezas bailables continuistas con “Plunge” (2017), sino también guiños a su synthpop taciturno de hace década y media o alguna ventana a sus modos de composición más experimentales y teóricos.
De revival técnico de The Knife tiene, para ser precisos, cuatro de sus diez temas, todos ellos colocados, uno detrás de otro, al principio de la función. De vuelta en Estocolmo tras una larga temporada en Berlín, Olof Dreijer ha accedido por fin a trabajar para el proyecto (en un principio) paralelo de Karin, con resultados a la vez familiares y desbordantes. Lo más reconocible llega con “Kandy” y unos tambores metálicos que despiertan flashbacks de “Heartbeats” o “Pass This On”. Antes, “What They Call Us” instala la inquietud en el cuerpo con esos sintetizadores serpenteantes y unos beats táctiles que no despreciarían Moderat. Pero todavía más inquietas son “New Utensils”, con percusiones tribales adictivas, y sobre todo “Shiver”, tan liberada como la antigua “To The Moon And Back” (“I want to run my fingers up your pussy”, recordemos), pero menos explícita en sus versos. Aquí pequeños aullidos son la mejor expresión del deseo queer.
Dreijer ha señalado a la bell hooks de “Todo sobre el amor” y una relación pandémica como influencias para este “disco de amor que en verdad no tiene canciones de amor”. Bueno, quizá no de amor romántico, pero sí maternal. “Even It Out”, una de las dos colaboraciones con Trent Reznor y Atticus Ross, es un arrebato de rock gótico (último, complejo modelo) dedicado a “Zacharias / que acosó a mi chaval en el instituto”. Karin, Trent y Atticus saben dónde vives. Seguramente las próximas pesadillas de Zacharias tendrán el sofisticado sonido entre eléctrico, electrónico e inasible del fulgurante tema, que tiene su completo reverso en la segunda colaboración del trío: “North”, corte atmosférico con mucho de las bandas sonoras de los dos NiN para David Fincher o, sobre todo, los Depeche Mode de “Violator” (1990); palabras mayúsculas.
Y para contraste, el que encontramos entre dos canciones de la recta final. Por un lado tenemos el que podría ser el hit definitivo del álbum, el filotrance “Carbon Dioxide”, exploración de los poderes asfixiantes del amor (“agarrándome el corazón / mientras caigo”, dice su estribillo) con coproducción del enorme Vessel. Por otro, un cierre tan artístico y despojado de instinto pop como “Bottom Of The Ocean”, reelaboración de “No Face”, originalmente compuesta para un montaje escénico de “La hora del lobo” (Ingmar Bergman, 1968) y que pudo escucharse hace mucho tiempo en “We Are The Works In Progress”, recopilatorio a beneficio de las víctimas del tsunami japonés de 2011. Lo que queda es, finalmente, la mejor panorámica hasta la fecha de las incontables posibilidades de Fever Ray. ∎