En “Elden Ring” (Hidetaka Miyazaki, 2022), la obra maestra de FromSoftware –uff, como estaba deseando hacer esto–, las medusas aparecen en una forma espectral en torno a lugares conectados con la corriente primordial, avisando de esos pequeños, a veces recónditos, lugares del mundo que están bañados de un aura mágica y trascendental. Desde uno de esos lugares, rodeada de medusas flotando en armonía, parece haber escrito Emily Sprague el quinto trabajo largo de Florist, “Jellywish”, inspirado según ella misma en esa intersección entre el tecnicolor de nuestro planeta y las fantasías que imaginamos para escapar de los horrores que, en él, comete la humanidad. “Es una forma de presentar desde la ternura algo que es realmente caótico, confuso y polifacético”, dice en nota de prensa, y efectivamente: nada más empezar el disco, en “Levitate”, y mientras una guitarra acústica punteada con los dedos nos da la bienvenida con calidez, canta “Everyday I wake, wait for the tragedy / Imbalanced humanity”; en la clausura que supone “Gloom Designs”, al final, una interferencia se cuela durante la frase “Humanity, what have we done to this? Is there nothing left?”.
Aunque las visiones sean algo apocalípticas, y aunque la lírica siga sobrevolando la depresión que Emily ha experimentado desde el fallecimiento de su madre hace ocho años –“It’s been a long time since we laughed until we cried / It’s been a short time in the entirety of life”, canta en “Gloom Designs” dialogando con ella–, “Jellywish” es un álbum en general optimista, que prefiere quedarse con el lado bueno de las tragedias que nos rodean, sean estas personales o sociales, y que busca siempre aportar algo de luz: “It’s winter and the garden’s dying, but the light comes through the naked trees”, canta en “Have Heaven” con un hilo de voz casi quebradizo que recuerda a Adrianne Lenker; cuando dice “There has got to be light in the darkness of the mind” en “Jellyfish”, suena como Sufjan Stevens, asimilando esa visión agridulce del mundo y de la vida, esa tristeza de la que solo es posible escapar admirando la belleza de todas las insignificancias que nos rodean, “a long fragment of colors coming from the baby’s eyes”. ¿No es acaso “All The Same Light” la canción más confortable que jamás hayan compuesto Florist?
Para lograr este renovado brillo ha sido fundamental la banda, formada por el guitarrista Jonnie Baker, el bajista Rick Spataro y el batería Felix Walworth –todos comparten con Emily las labores de producción, como de costumbre–. Y otros grandes ejemplos son“Moon, Sea, Devil” o, sobre todo, “This Was A Gift”: al principio es una elegía íntima a la muerte de su madre que puede conectar con un trabajo como “Emily Alone” (2019), en el que la compositora se apartó momentáneamente de sus compañeros para llorar la pérdida y tratar de procesarla, pero poco a poco, según va avanzando la canción, la banda se incorpora con sutileza para abrazarla y expandirse juntos. “Love is the final piece to this / I just want music in my life / I just want us to sing along”. Y es que aunque sí que incorporen parte de las sutilezas ambient y los detalles electrónicos de su anterior trabajo, el homónimo “Florist” (2022), por ejemplo en “Our Heart Is A Room”, este nuevo “Jellywish” elabora más sobre la belleza folk de sus primeros trabajos –“The Birds Outside Sang” (2016) e “If Blue Could Be Happiness” (2017)–, pero desde una renovada calidez y con una intención más expansiva, y deja ver los arreglos más coloridos y floridos del cuarteto de amigos neoyorquino hasta la fecha. Todos nos merecemos un poquito de luz. ∎