El tándem formado por Avery Tucker y Harmony Tividad todavía ha de frustrarnos con un disco malo. O uno que se parezca al de antes. Después de “Before The World Was Big” (2015), ejercicio de depurado, solitario indie pop a dos voces, sorprendieron con el mucho más denso “Powerplant” (2017), de dinámicas alt-rock tan familiares como efectivas, y de ahí saltaron a los efluvios de cámara y la ensoñación dream pop de “What Chaos Is Imaginary” (2019), álbum de transición en más de un sentido: Tucker se había declarado trans y empezado una terapia hormonal masculinizante. Las antiguas armonías perfectas desaparecían, pero sus voces seguían complementándose de forma interesante; algunas químicas se resisten a perder fuerza.
“Forgiveness” sigue la tradición de Girlpool, es decir, es otro disco suyo que desafía al crítico a buscar hilos conductores en la discografía del dúo, más allá, como decíamos, de una conexión que solo crece con los años y los cambios. Ligazón telepática en la que esta vez dejan entrometerse a un tercero, el productor Yves Rothman (Miya Folick, Freya Ridings), quien trata de buscar equilibrios entre dos impulsos relativamente opuestos: un synthpop siniestro y emocional liderado, sobre todo, por Tividad, y los temas más indie rock con Tucker al frente, a veces claramente deudores de Elliott Smith.
Une ambas voces, ambos espíritus, un franco desencanto con las relaciones. En los temas protagonizados por Tividad, el amor sano no existe, solo uno tóxico y de dependencia malsana. “Nothing Gives Me Pleasure”, balada glitch-pop con sutil Auto-Tune, es el relato de una temporada (en el infierno) de un crush no correspondido. Hace buena pareja con canciones como “Butterfly Bulletholes” (“tú eras el peligro, tú eras el aire para respirar”), “Faultline” (“te amé de forma tan traumática que / apenas puedo levantar el mundo que me dejaste”) o la gran balada electrónica “Junkie” (“ella es la coca que esnifo / y el sol cuando amanece”).
También Tucker parece elucubrar en “Lie Love Lullaby” sobre si eligió a cierta persona por lo que podía darle o a sabiendas de que no le daría lo que necesita. Es un banger casi industrial desde el que Girlpool saltan, sin solución de continuidad, a “Violet”, una balada acústica entre el citado Smith y algún arranque emo en plan Bright Eyes. El autor de “XO” (1998) resuena también en la preciosa “See Me Now”, exploración de Tucker de su propia transformación: “Cuando era joven, era dura para ser una chica / Ahora me pregunto cómo me ves ahora”.
También da cierto vértigo el salto de la sintética “Junkie” al jangle pop de “Dragging My Life Into A Dream”: ¿estamos ante dos miniálbumes comprimidos en un álbum de contrastes? No siempre, porque en “Faultline” se dan cita tanto sintetizadores como lo que parece una lejana pedal steel. Y en la interesante “Light Up Later” conviven los aires de avant-R&B (participa Zsela) con el concepto solo de guitarra. ∎