El debut de
Gorillaz fue una sorpresa: un álbum modesto, con gracia y algunas canciones muy chulas. Pop digno y comercial, con fuerte influencia jamaicana, que despachó más de seis millones de copias en todo el mundo. Mantener esa frescura no era cosa fácil. Ahora el grupo de dibujos vuelve con
“Demon Days”, una secuela que no está a la altura. Parece ser un álbum conceptual, una especie de cuento alucinado sobre el conflicto entre la avaricia occidental y la sabiduría de las culturas ancestrales en peligro de extinción (por ahí va el recitado de Dennis Hopper en
“Fire Coming Out Of A Monkey’s Head”).
En principio, en este disco todo está en su sitio, desde los invitados de lujo (¡Ike Turner!) hasta el productor molón (Danger Mouse). Lo que se echa de menos es nervio y garra en las canciones.
“Dare” es un logrado ejercicio de estilo discotequero, rollo Kylie Minogue.
“Every Planet We Reach Is Dead” podría ser una sintonía bonita para una película o una serie de televisión.
“Dirty Harry” arranca una sonrisa por esa base electrónica tan elegante y por el coro infantil tan mono.
“Kids With Guns” carece de empuje para contagiar.
“O Green World”, muy Blur de etapa “experimental”, suena más pegadiza que especial. MF DOOM es lo mejor de
“November Has Come”. Roots Manuva aporta pegada en la canción más robusta (
“All Alone”), cuya intensidad se corta con un interludio hippy-electrónico.
De La Soul cumplen en la correcta
“Feel Good Inc.”, que no acaba de despegar.
“El mañana” es una bonita pieza nostálgica sin magia alguna. Con este nivel de blandura, casi se agradece
“White Light”, una baratija sudorosa y con un punto desquiciado; lo mismo con una remezcla bruta esta pieza espabilaba. La tibia
“Last Living Souls” es la mejor muestra de un disco que ni mata ni engorda. El final, lo peor:
“Don’t Get Lost In Heaven” comienza como tributo a The Beach Boys y acaba como un musical hortera.
“Demon Days”, la canción, se pasa ya demasiado de rosca con la épica de los coritos. Diría que cinco sobre diez. ∎