La esperada continuación de “Women In Music Pt. III” (2020) es el primer disco de HAIM sin Ariel Rechtshaid, su coproductor de siempre, en más de un sentido. Ariel ya no es el compañero sentimental de Danielle Haim y esa ausencia ha convertido “I Quit” en un visceral “breakup album”, una colección de canciones entre el remordimiento, la rabia, la autocrítica, la tristeza, el desafío o, finalmente, no el perdón ni la paz interior, como veremos, sino solo más rabia. “Hay un montón de amor ahí”, aseguraba Danielle sobre su separación en ‘Vogue’, como queriendo calmarnos e invitarnos a seguir escuchando los discos en los que Ariel participó.
A nivel de sonido, tampoco es que la marcha de Ariel se note demasiado. La propia Danielle lo produce con Rostam Batmanglij (ex Vampire Weekend), quien también ayudó con “Women In Music Pt. III”. A priori no parece la mejor elección para un disco de vocación rock, más eléctrico que los anteriores, pero en realidad “I Quit” no es exactamente el disco roots de HAIM; siguen importando los detalles electrónicos y el espectro estilístico es, desde luego, mucho más amplio de lo que puede parecer en un principio.
El repertorio comienza en un tono triunfal con “Gone”, canción sobre los placeres de la soltería (“haré lo que quiera / veré a quien me apetezca”) con sample poco sutil: los coros góspel del “Freedom! 90” de George Michael. En la posterior “All Over Me”, Danielle define los términos de una nueva relación, o mejor dicho, aboga por no definirla, aunque eso pueda frustrar a la otra persona (“no me digas que estás enamorado”); esa indefinición se traduce musicalmente en el equilibrio entre mandolinas y sintetizadores. En el gran single “Relationships”, regreso a su encarnación más puramente pop-R&B, la de hits como “Forever” o “If I Could Change Your Mind”, HAIM lamentan que hasta el lío más simple pueda acabar siendo un verdadero lío: “¿Cómo puede un error inocente / convertirse en diecisiete días? Jodidas relaciones”. Poco sorprende el soft rock de “Down To Be Wrong”, sobre huir hacia delante con orgullo, pero más curiosas y realmente rock son “Everybody’s Trying To Figure Me Out” (guitarras muy Nirvana) o “The Farm” (que podría ser de Waxahatchee).
Hacia el ecuador del disco, el sonido se va haciendo más extraño y variado; con ellas siempre cabe esperar algún giro sorprendente, y aquí los hay en el grunge-pop ensoñador de “Lucky Stars”, una “Million Years” como inspirada en la indietrónica de Lali Puna, los aires roller disco de “Spinning” (voces principales, bien carismáticas, de Alana) o esa final “Now It’s Time” con sample synthy (o, bueno, de guitarras filtradas para parecer sintes) del “Numb” de U2. Algunas de las últimas palabras del disco son: “¿Estoy contactando para decir que, de todos modos, nunca me importó una mierda?”. Paradójicamente, uno de los discos más disfrutables de HAIM es claramente el menos feelgood que hayan hecho. ∎