Álbum

Hayden Pedigo

I’ll Be Waving As You Drive AwayMexican Summer, 2025

Parece una anomalía que un guitarrista procedente de la América profunda como Hayden Pedigo haga unos soundscapes tan contemporáneos, que sin dejar de estar conectados a las raíces evolucionan hacia parajes ignotos. Nacido en 1994 y criado en Amarillo, Texas, el álbum que lo puso en el mapa se titula “Greetings From Amarillo” (2017), y en él ya brilla ese fingerpicking envolvente y evocador, marca de la casa, con temas tan significativos como “Madrid” o la electrónica “Cloud Pharaoh”. Actualmente reside en Oklahoma City y parece que a sus 31 años le ha llegado el momento de ser reconocido como uno de los talentos de la nueva americana cósmica, junto a William Tyler, Phil Cook, Riley Walker o Scott Hirsch.

Este último, que además de su sugerente obra en solitario ha tocado con The Court & Spark –en su primer álbum, “Bless You” (2001), colabora Gene Parsons– y Hiss Golden Messenger, se ha convertido en mano derecha de Pedigo, ya que produce, mezcla y graba, hace arreglos y toca bajos, sintes, e-bow y címbalos en el nuevo miniálbum, ayudando de manera decisiva a completar la trilogía de Pedigo para el sello independiente neoyorquino Mexican Summer que integran “Letting Go” (2021) y “The Happiest Times I Ever Ignored” (2023), tres maravillas de fingerpicking atmosférico y por momentos sublime, bautizada como “The Motor Trilogy”, en honor a las sugerentes y coloristas pinturas de Jonathan Phillips que sirven de artwork para las tres portadas, todas ellas con vehículos de por medio. Una cuidada estética pareja a su carrera como modelo, desfilando para Gucci, y también política; es el protagonista del documental “Kid Candidate” (2021) que narra sus poco ortodoxas peripecias como aspirante a ocupar un cargo en el Amarillo City Council.

Es momento de hacer un inciso para hablar de la música de Scott Hirsch, siendo tan importante como es en el actual sonido de Pedigo; empezando por su evocador nuevo disco “Lost Padres”, editado en mayo, lleno de melodías crepusculares, como la majestuosa “When Things Fall Apart”, entre deslizantes lap steel y guitarras twang, con elementos del dub y del jazz entertainer, vientos y una melodía que podría firmar Bruce Springsteen. Instalado en California, Hirsch se ha convertido con sus producciones en una especie de gurú de la americana cósmica, con canciones pausadas y llenas de glamur, que no rehúyen las masas corales y los efluvios góspel, reunidas en una recomendable discografía: “Blue Rider Songs” (2016), “Lost Time Behind The Moon (2018), “Windless Day” (2021) y “Ghosts Of Windless Day” (2022).

Pero volvamos a la música instrumental evocadora de Hayden Pedigo, que conecta con la melancolía acústica de guitarristas primitivistas como John Fahey, Robbie Basho o Leo Kottke, en la que el country y las raíces solo se intuyen en exploraciones que te llevan, como bien indica “Elsewhere”, a otra parte, como se puede comprobar en este exquisito tema que aparece en su penúltimo álbum, entre americana cósmica y new age, y que tanto podría figurar en el catálogo de ECM como en el de Windham Hill. Y es que la música de Pedigo, grabada en parte en Sausalito, California, en lo que un día fueron los míticos estudios Record Plant –por donde pasaron Sly Stone, Grateful Dead o Fleetwood Mac–, suena a espacios abiertos, a atardeceres luminosos en interminables carreteras, a la América profunda, pero la espiritual y litúrgica, alejada de los rednecks del hillbilly –aunque él, con sus aparatosos sombreros y coloristas camisas, a veces pudiera parecerlo– y próxima a la música progresiva, como bien refleja “Long Pond Lily”, la obertura en clave country lisérgico y la pieza más energética y expansiva que ha escrito nunca, colindando los mismos paisajes de algunas canciones de Kurt Vile.

Es como un concertista que más que canciones crea minisuites de cámara. Así, un piano y los inevitables silencios son el contrapunto que ayuda a insuflar profundidad a la cascada de notas de “All The Way Across”, y un mar de fondo de melotrón fantasmal y progresivo sabotea la placidez de “Smoked”, suntuoso dream folk que se abre paso entre silencios, cascadas de notas y arreglos orquestales sintéticos inspirados por las bandas sonoras de Popol Vuh para Werner Herzog. Admite que se pasó horas, durante su período de aprendizaje y formación, descifrando la música de Soft Machine, King Crimson, Miles Davis o Pharoah Sanders, siendo a la vez un fan acérrimo de Fred Frith, del batería británico Charles Hayward, del grupo This Heat, y también del batería Zappi Diermaier de Faust. Ese bagaje se nota en “Houndstooth”, con unos arreglos de cuerda orquestales que ayudan a sublimar su narcótica guitarra, destilando un sonido envolvente, evocador y paisajista, a lo banda sonora imaginaria. También en un “Hermes” que suena a folk de cámara cinemático, desperezándose lentamente de constantes silencios. Está claro que crear silencios en medio de las canciones ayuda a acentuar la tensión de las melodías y eso lo usa de manera magistral, del mismo modo que adornar con arreglos orquestales, cortesía de Nathan Bieber, unas canciones que, como “Small Torch”, suenan íntimas, personales y a la vez expansivas, yendo del fingerpicking acústico hacia una americana crepuscular, que necesita su tiempo para desarrollarse, perezosa, con sonidos deslizantes que rezuman una tristeza melancólica infinita en “I’ll Be Waving As You Drive Away”, el emotivo tema que titula el álbum y cierra el disco, servido con amor a las raíces del country y a la brisa fresca de la imaginación. No en vano, el título está sacado de un dramático episodio, “Te despediré cuando te vayas”, de 1978, de la serie de televisión “La casa de la pradera”.

El disco fue elaborado durante un estricto encierro en un rancho de Wyoming, una residencia de artistas que le permitió trabajar a fondo la composición y la interpretación en duros ensayos. Allí logró hacer casar la chillona combinación de los colores de las pinturas de las portadas con la lacónica sobriedad de sus sombreros Stetson en una música retrofuturista y contemplativa que es como un bálsamo, oscilando del folk al ambient, de la americana cósmica al new age y de la música de cámara a la descripción cinemática, todo para hacer historia con un sonido onírico, original y, lo más importante, reconocible. Y es curioso comprobar cómo conecta la nueva música de Maurice Louca con la de Pedigo; siendo muy diferentes, están en la misma longitud de onda instrumental al modular ambos el sonido de sus guitarras. Bueno, si Wiliam Tyler colabora con Four Tet en su próximo álbum, es cuestión de tiempo que Pedigo y Louca se encuentren. Podría ser genial: americana cósmica vs. avant orientalismo. Aunque, de momento, lo que ya tiene a punto Pedigo es una colaboración con Chat Pile, grupo de Oklahoma de sludge metal y noise rock. En Instagram se pregunta si lo que han grabado juntos es “apocalyptic western picking slammed through heavy riffs and maybe 90s Chicago post rock even?”. Y en otros mensajes no duda en calificar el sonido de su nuevo disco como “a micro-dose psychedelic album. I wanted it to be this tangible feeling, as if somebody had cut up a tab of LSD and put on a Fahey record” o de citar como influencia la música cósmica de James Ferraro en “Last American Hero” (2008). Hayden Pedigo, tan excéntrico como creativo. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados