Podríamos hablar de Heavee como uno de los estandartes de la generación pos-Jlin, uno de esos productores que sobre la paleta estándar del footwork, los 160 bpms y la preponderancia percutiva están construyendo, más que derivaciones, alternativas o nuevas direcciones, un espacio personal, privado, para desarrollar sus inquietudes musicales. En el caso del productor de Chicago, más centradas en torno a la música de videojuegos, los 8 y los 16 bits, y la vis melódica que aportan los sintetizadores y la asimilación de estructuras típicamente house, incorporando también elementos del glitch, del drill’n’bass y la IDM de principios de los noventa, resultando en un sonido entre lo febril y lo etéreo, ciertamente abrasivo por momentos, propulsivo y relativamente nostálgico que cristaliza a la perfección en el beat switch de “Can U Feel It”. Es footwork, en cierto modo purista, pero a la vez podría ser incluso todo lo contrario, más si lo relacionamos con la nueva ola de jungle y breakbeats.
“Unleash”, que representa su debut largo en Hyperdub –ya había estrenado con ellos previamente el EP “Audio Assault” en 2022–, recorre todos esos lugares de una forma un tanto caótica, y al hacerlo conecta con el espíritu general del trabajo: un viaje digital que pasa del sobrevolado paisajístico de un universo dibujado en pixel art y sonorizado siempre hacia la fantasía –“StarSeeker”– a la combustión bailable de temas como “Make It Work” –que a su vez va de un frenético juke a la oniria sintética–, la más introspectiva “SearchN 4” –con la voz de BABii orbitando en torno a un ultracomprimido núcleo de beats– o la declaración de intenciones que es “Bang Bang” –“I came to bang”–, que arranca con esos arpegios tan Link recibiendo la Espada Maestra.
Precisamente esa pulsión por reinterpretar sonidos de videojuegos, especialmente de los ochenta y noventa, sirve para hilar las pistas del largo, con “Bounce Dat” volviendo sobre los pasos de los arcades noventeros, “Unleash” jugando con esa idea de “next level” o “See The Sun”, que prescinde de los drums, tratando de reproducir la enormidad paisajística de las orquestas de sintetizadores de los RPG de la vieja escuela. Con todo, Heavee no renuncia a situarse en la tangente de todas las vanguardias club contemporáneas, acercándose a un ambient misterioso, oscuro y deconstruido en una “Unlock” que parece simular las tensiones y peligros que se suceden a lo largo de una mazmorra, y que juega del mismo modo con sonidos metálicos que imitan cierto naturalismo abstracto. Ideas que se reproducen también, a su modo, en “Whiplash”, que se va al deconstructed club a través de un bounce apocalíptico, o en “Heart Fragments”, que conecta con esa naturaleza fractal de viejos colaboradores del productor como Zora Jones y Sinjin Hawke.
Por último, la perseguida texturización retro de ciertos beats que se reconoce a lo largo de todo “Unleash” contrasta en crudo con “Work Me”, decididamente hi-fi, con un obsesivo trabajo de refinamiento de los graves y de afilado de la sección rítmica. Y de pronto lo orgánico se pone en primer plano en la clausura que supone “Smoke Break”, casi un ejercicio de free jazz sublimado por la trompeta del gran Takuya Nakamura, exponente absoluto del cosmic jungle. Facturando un mundo abierto que habitar por sí mismo, el productor de Chicago ofrece su trabajo más sólido hasta la fecha y se postula como uno de los grandes nombres a seguir en las corrientes más melódicas del footwork. ∎