Álbum

Holden & Zimpel

The Universe Will Take Care Of YouBorder Community, 2025

A finales del pasado mes de abril algunos afortunados pudieron presenciar en Barcelona, Madrid o Valencia el concierto inmersivo que actualmente ofrecen James Holden y Wacław Zimpel. Compartiendo historias personales con curiosos paralelismos –ambos empezaron tocando el violín y sus padres eran los dos pianistas–, Holden y Zimpel cuentan con varios años de colaboración mutua a sus espaldas. Una asociación que inician en 2018 para los directos de “The Animal Spirits” (2017), el tercer álbum del británico, publicando después un excelente EP, “Long Weekend” (2020), empezando a sellar una alianza que recuerda a otras protagonizadas por músicos de jazz y minimalistas electrónicos como, salvando las distancias, la de Terry Riley y Don Cherry, o más recientemente, Sam Shepherd (Floating Points) con Pharoah Sanders. Registrado casi al completo durante 2022, “The Universe Will Take Care Of You” es un título que representa los métodos favoritos de Holden basados en la improvisación y libertad en el manejo de tiempos –perfeccionar equivaldría a aniquilar–, en la línea de su inmediato anterior, “Imagine This Is A High Dimensional Space Of All Possibilities” (2023). Más allá de esto, la idea metafísica de que el universo se ocupará de uno no parece tranquilizadora a priori.

La pareja se ha ocupado de escribir, interpretar, producir y mezclar cada uno de los seis cortes de un álbum que abre con “You Are Gods”. En sus más de ocho minutos y medio, un poco en clave The Sabres Of Paradise de Andy Weatherall –dub más IDM–, intervienen las voces tratadas de ambos músicos, el clarinete alto y un órgano GEM en los instantes finales de la pieza a cargo de Zimpel, así como unos misteriosos “arpeggio clouds” sintetizados por el mago James Holden. Instantes impresionistas y vibrantes que marcan el paso de lo que ha de venir: piezas secuenciadas sobre las que ambos músicos improvisan con sus variopintas herramientas. Como “Sunbeam Path”, un corte de prog rock psicodélico donde entran en juego campanillas, tazas de té, dientes de sierra, otras percusiones más convencionales y una lap steel guitar alrededor de la que giran sus más de nueve minutos de granulada contemplación extática o, si quieren, de oscilación orgánica radiante. Podría tratarse de alguna pieza olvidada en la inagotable saga de Cluster.

El tema más breve, rítmico y reciente del conjunto –fue registrado el año pasado–, tácticamente situado a mitad de recorrido, es “Time Ring Rattles”. Una relectura, si no original, sí refrescante, del minimalismo electrónico, puede que entre el citado Terry Riley y Philip Glass, solo que el esoterismo juguetón que caracteriza a Holden –aquí se explaya con la “wave scan”, el “bucket brigade” y un sinestésico “blue noise”– baja a la tierra gracias a la aportación jazzística de su amigo centroeuropeo emitiendo “fractales” –así rezan de nuevo los créditos– al clarinete alto como si de un Lol Coxhill se tratase. Estos instintivos trips sonoros, no especialmente accesibles pero tampoco difíciles, también podrían formar parte de la banda sonora de alguna película de ciencia ficción introspectiva, por lo que momentos de remanso como “Sparkles, Crystals, Miracles” son tan necesarios como ineludibles. Transportados a algún lugar imaginario entre Japón, África y los viajes interestelares de Craig Leon, se aprecian, entre otros destellos, reflejos y prodigios sonoros, el sinuoso clarinete de Zimpel y el arpa eléctrica de Holden, quien además desempolva puntualmente su viejo violín (identificarlo es harina de otro costal).

Zimpel es un músico versátil que ha colaborado con leyendas del free jazz como Joe McPhee –“Lark Uprising” (2011), un directo del Mikolaj Trzaska Ircha Clarinet Quintet– o más recientemente con Sam Shackelton –“Primal Forms” (2020) e “In The Cell Of Dreams” (2023), junto a Siddhartha Belmannu–, otro inductor de un tipo de trances bastante más oscuros que la zigzagueante “Incredible Bliss”, donde el clarinetista polaco aplica la complicada flauta algoza, formada por la unión de dos unidades de pico, sobre los desarrollos en staccato de su compañero de viaje, un tipo menos perdidizo de lo que podría parecer reapareciendo con sus nueces y un enigmático “pink noise”. Es uno de los momentos culminantes de este disco pulsante, euforizante y grandioso que cierra con el corte homónimo protagonizado esta vez por un sintetizador cósmico Prophet 600. No hablamos de global music, new age, techno psicodélico, trance común, jazz progresivo, minimalismo clásico, sino de una música ritualista pero luminosa, de una electrónica emotiva pero no hedonista, de una repetición colmada de timbres cercanos, ritmos de vida, armonías oceánicas y libertad total. ∎

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