Álbum

Hotline TNT

Raspberry MoonThird Man, 2025

Si una crítica de este disco empezase con la frase “tercer álbum de la banda shoegazer de Nueva York”, sin ser mentira, no reflejaría del todo la realidad del grupo. Will Anderson, líder y único miembro de Hotline TNT desde el principio, nació en Wisconsin, vivió en Vancouver durante unos años, donde grabó varios discos bajo el nombre de Weed, hasta aterrizar en la ciudad que nunca duerme. Recién superada la treintena, inició este nuevo proyecto. La etiqueta shoegazer, por elástica que sea, tampoco es la más ajustada para la banda. Lo suyo es una amalgama de indie rock de añada noventera que toca varios palos alrededor de las guitarras saturadas y desaliñadas aderezadas con la dulzura melódica.

Si en sus dos primeros álbumes –“Nineteen In Love” (2021) y “Cartwheel” (2023)– su método Juan Palomo podía acercarlo, en cierta forma, a la etiqueta del bedroom pop, la decisión de no solo grabar, sino de incluso preparar las nuevas canciones en formato banda con los músicos que lo habían acompañado el último año y medio de gira, ha dado como resultado un exultante disco de enérgico indie rock. El productor Amos Pitsch, de la banda Tenement, que ha participado también como quinto músico, debe tener su cupo de responsabilidad en ello.

Desde la apertura, se palpa la electricidad punzante en las guitarras, aunque arranque en un medio tiempo, “Was I Wrong?”, en el que la sección rítmica entra al minuto y medio de canción para subir los decibelios. Esa saturación eléctrica nos lleva, cual Delorean, de regreso al principio de los noventa. En ocasiones, abrazando la catarsis psicodélica, muy en la onda Swervedriver, en “The Scene”; en otras, surcando las corrientes circulares de los Sugar –de, por ejemplo, “Come Around”– en “Julia’s War”, aunque el deje melancólico de Anderson la aleje finalmente del colmillo de Bob Mould. Lo que distancia este trabajo de la mera copia o la nostalgia revivalista no es solo la pasión de fans, sino haber sabido incorporar todos esos acoples, parones y arranques, redobles rítmicos y esa densidad, casi masticable, del sonido que han generado adicción al pop con guitarras eléctricas todos estos años. Es como si al aura flotante de My Bloody Valentine hubiesen sumado la energía vigorizante de Superchunk. Ahí están “Letter To Heaven”, “If Time Flies” y “Candle” como tres chispazos de muestra.

Es, precisamente, cuando amaina la tormenta eléctrica y Anderson quiere mostrar su lado más tierno cuando se resienten los resultados. “Dance The Night Away” y “Lawnmower” suenan algo ñoñas en el conjunto. La prueba es que cuando la balada de cierre “Where U Been?” se engancha a remolque de ese vibrante riff, tan Pavement, las constantes vitales de “Raspberry Moon” repuntan con nuevos picos. Dejado de lado el espíritu de innovación, la pasión y el entusiasmo, con buen tino, pueden dotar de sentido al enésimo viaje en el tiempo musical. ∎

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