Hace ya cinco años de la muerte de Mark E. Smith, el carismático líder de The Fall, una de las bandas más reverenciadas, inimitables de la prolífica escena musical surgida en el Mánchester de finales de los años setenta. Único miembro inamovible del grupo, Mark E. Smith ERA The Fall, lo que, obviamente, ningunea a la pléyade de cuarenta y tres músicos que lo acompañaron a lo largo de los cuarenta y un años (y treinta y dos discos) de trayectoria del grupo. El guitarrista Martin Bramah (de nombre real Martin Beddington, él iba a ser el cantante principal de The Fall, pero la nulidad de Smith con la guitarra hizo que se intercambiasen los papeles), uno de los cuatro miembros fundadores originales del grupo –aunque abandonó casi inmediatamente después de grabar su primer álbum, “Live At The Witch Trials”, y solo regresaría, brevemente, entre 1989 y 1990, para grabar “Extricate”–, y fundador de otras bandas –Blue Orchids (con la que lleva ya cuarenta años activo), Thirst y Factory Star–, es el impulsor de House Of All, que en su origen pretendía ser un proyecto para hacer nueva música inspirada por los criterios de The Fall con un elenco rotativo casi infinito de exmiembros de The Fall (Bramah se ha referido a esa enorme saga de antiguos miembros de The Fall como una “amplia familia disfuncional”)…
Uno de los primeros músicos con los que Bramah se puso en contacto, el fundamental Craig Scanlon, que lo sustituyó en la guitarra y permaneció junto a Smith hasta 1996, renunció por llevar muchos años alejado del instrumento, así que de la idea original se pasó al resultado final de una banda más “ortodoxa”, cuyo núcleo lo forman Bramah y los hermanos Paul y Steve Hanley (compañeros de Bramah en Factory Star un año, entre 2009 y 2010, y que habían sido, respectivamente, batería entre 1980 y finales de 1984 y bajista entre 1979 y 1999 de The Fall). Con esos veinte años de permanencia en The Fall, Steve Hanley es, de hecho, el músico más longevo de la banda, después de Smith.
House Of All lo terminan de completar Pete Greenway, el último guitarrista de la formación, desde 2007 hasta la muerte de Smith, y otro batería, Simon “Funky Si” Wolstencroft (que permaneció en The Fall entre 1986 y 1997). Nada especialmente sorprendente: entre 1981 y 1997 era frecuente que The Fall contara con dos baterías…
Lo sorprendente del disco homónimo que acaban de publicar estriba en su concepción: para recrear la “presión” de estar en The Fall –la que provocaba Smith con su fuerte carácter, sus actitudes y exigencias– se decidió reservar estudio para tres días, sin ensayos. Si el concepto “improvisación” se asocia al jazz, en este caso habría que hablar de “espontaneidad” y lo curioso es que ¡el sistema funciona!
Eso sí: no venían de vacío. Cada uno de ellos, ya que se trata de músicos en activo –Greenway en Imperial Wax (un nombre de banda con un nada disimulado homenaje a Smith), los hermanos Henley en Brix & The Extricated (banda formada por otra ex The Fall, Brix Smith, casada con Mark desde 1983 a 1989) y “Funky Si” con G-O-D, junto a Chris Bridge–, llegaba con ideas sueltas que había que desarrollar. Así, en esos tres días surgieron ocho canciones que, una vez completadas, repetían hasta quedar todos contentos. Han explicado que lo que han hecho es utilizar los principios desarrollados en The Fall, pero sin imitarlos: “Estamos utilizando lo que hemos aprendido, de una forma nueva. Imitar a alguien y aprender de alguien son dos cosas distintas”, han dicho. La satisfacción también le alcanza al que escucha. No es un disco de The Fall pero reconocemos modos y maneras, desde la base rítmica hipnótica y obsesiva de “Aynebite” (¡¡esa doble batería!!), la canción con la que se abre el disco, hasta el modo de cantar declamando de Smith que Bramah ha hecho suyo (y que lleva empleado desde hace años en Blue Orchids). Forma parte, junto con “Dominus Ruinea”, “Harlequin Duke” y “Magic Sound”, de los momentos más desconcertantes del disco: un sonido distinto pero reconocible, con muchos elementos clásicos de The Fall pero ejecutados casi todos de forma diferente. Por haber, hasta tenemos aquel incesante ostinato rítmico (sobre todo en “There’s More”) tan característico de la banda, que todos ellos contribuyeron a crear y que forma parte intrínseca de sus propias personalidades. Puede que House Of All carezca de la brillante histeria psicótica que le confería a The Fall la personalidad de su líder, pero (pese a la pulcritud de estudio lograda) en “House Of All” hay material más que suficiente para desear que haya continuidad. Y, ¡atención, spoiler!, la habrá… ∎