Álbum

Ikonika

SADHyperdub, 2025

Hay una frase de Ikonika (aka Sara Chen), ya no recuerdo si la leí en una entrevista con Javier Blánquez o en el segundo volumen de su “Loops” –quizá el mejor manual de acceso a la música electrónica jamás escrito en nuestro país–, que siempre rondará mi cabeza, y que dice algo así como que “el dubstep es, esencialmente, un género introspectivo”. Cuando le productore –desde 2020, cuando se desveló en público como queer y persona trans, usa pronombres neutros, they/them– empezó a publicar en el entorno de Hyperdub en 2008, el género ya había dado, al menos en su versión más purista y original, prácticamente todo lo que podía de sí: Burial se había encargado de enterrarlo en “Untrue” (2007), y la obsesión por el EDM que despertó en EEUU –en California, sobre todo, de donde es de hecho Skrillex– la legendaria presentación de Daft Punk en Coachella, recogida en “Alive 2007”, condujo a perversiones maximalistas del dubstep que desembocaron en lo que vino a denominarse brostep. A finales de los dos mil, tanto elle como otros productores, y desde el mismísimo seno de Hyperdub pero también a través de otros sellos, como LuckyMe, Numbers, Hessle Audio o Planet Mu, comenzaron a extender la paleta de los bajos ingleses, el UK bass, hacia multitud de géneros y tradiciones sonoras diaspóricas diferentes buscando nuevas alternativas al dubstep, o al menos persiguiendo una versión más colorista y sintética primero, el purple sound –Joker o la propia Ikonika–, y en general, después, una mucho menos limitada rítmica y estructuralmente, y que terminó extendiéndose como un nuevo canon en la electrónica podríamos decir global.

Eso que se inició entendiéndose como post-dubstep bajo una especie de paraguas impreciso, y que puede agruparse realmente en torno a la idea de UK bass, ha sido el campo de juego de Ikonika durante una década, la de los dos mil diez, en la que ha ido desarrollando diferentes filias en el campo de la bass music: asimilación de las influencias hip-hoperas o los sintetizadores funky en su fusión con el R&B alternativo –al estilo de FKA twigs o Kelela–, y la conversación bilateral con Chicago a través del junk o el footwork o con Sudáfrica a través del gqom, el amapiano, el kwaito, el bacardi o el shangaan electro. De todo ello, junto a la herencia rítmica de los orígenes egipcios de Sara Chen, se nutre finalmente un “SAD” que, casi dos décadas después de su primer sencillo –un “Please” / “Simulacrum” que incluía sonidos de videojuego y bajos elásticos– y tras varios discos, en cierto modo se siente como un verdadero debut: un trabajo con voz propia, por primera vez íntegramente cantado –y escrito por elle misme con la colaboración de Tice Cin, también única voz invitada– y que explora una historia de empoderamiento personal, evolución y comunión romántica –para querer bien a alguien primero tienes que quererte tú primero– a través de un lenguaje de fusión entroncado en el UK funky.

Este espíritu de conexión entre el dubstep, el grime, el R&B más futurista y electrónico y los distintos afrobeats contemporáneos –con sus polirritmias– se materializa directamente en la elección de los colaboradores del disco: el holandés JLSXND7RS estampa su firma en “Sense Seeker”, uno de los temas que mejor representa la filiación con el UKF, y el productor zambiano SHE Spells Doom ayuda a que la base de “Drums 1 (Take It)” se acerque desde lo melódico a una derivación aún más percusiva del género, el hard drum. En “Gone” es el amapiano lo que domina; “Take Control”, más oscura y cruda, deriva del gqom, y “Activate” recuerda al Miami bass con su revestimiento entre el hip hop y el R&B, pero incluye también motivos melódicos egipcios que encuentran respuesta rítmica en la que es la gran joya del álbum, “Whatchureallywant”, casi una abstracción física de R&B que no desentonaría en el repertorio de Kelela y donde Ikonika deja brillar con más claridad los elementos puramente dubstep que también caracterizan su sonido.

Es ese balance entre un intrincado trabajo de ritmos y la presencia central de la voz –algo en lo que Ikonika lleva trabajando realmente desde el EP de 2022 “Bubble Up”– lo que termina definiendo más claramente “SAD”: “Listen To Your Heart” o “Slow Burn” abrazan la paleta progresiva de Bicep cuando es Clara La San la que canta, por ejemplo, pero la ignición de ambos temas es urbana y desordenada, mucho más intensa y pistera rítmicamente y desde luego no tan cinematográfica, aunque hacia el final “Slow Burn” se disuelva en una niebla casi ambient que vuelve a conectar con el dúo de Belfast. La voz, por su parte, se diluye aún más en “Your Vibe”, casi entrando en los dominios oníricos y metalizados de Eartheater y demostrando que este es un disco mucho más orientado al pop de lo que en primera instancia podría parecer, en la línea de lo visto en trabajos recientes de Kelly Lee Owens, HAAi, Avalon Emerson o BAMBII. Quizá a partir de ahora, poco a poco, y gracias a su álbum más completo, que viene a redondear el canon contemporáneo de Hyperdub, Ikonika empiece a recibir las flores que siempre ha merecido. ∎

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