La mano de Fátima es un símbolo de protección y providencia divina proveniente del mundo preislámico. Se conoce como khamsa en árabe, una palabra que también designa al número cinco en ese idioma, y no por casualidad, pues cinco son los dedos de la mano sagrada. Extendido a lo largo de la Edad Media por toda la cultura arabomusulmana y arraigado también en las creencias bereberes, el talismán protege contra los malos espíritus que causan la enfermedad y la desgracia y se cree que tiene el poder de neutralizar el mal de ojo.
Para Ikram Bouloum, la programadora, DJ y periodista catalanomarroquí que ahora desvela su propio proyecto con “Ha-bb5”, el número cinco reverbera con toda su simbología y poder protector. No parece casual que ese dígito forme parte de su alter ego bb5, una entidad virtual representada como una presencia hecha de cristales flotantes a través de la cual ha configurado sus propios temas; tampoco que sean precisamente cinco los cortes que conforman este primer EP.
Suena el rumor lejano de algo que podría ser un tbilat marroquí y no tardan en irrumpir ritmos pesados como paquidermos en “Henna”, que abre el disco como una procesión fastuosa. Desde el primer momento, Ikram pone de manifiesto una fuerza arrolladora, que canaliza a través de su voz –cantando principalmente en tamazight, su lengua materna, propia de los imazighen, el pueblo bereber de Marruecos, pero también en catalán y en inglés– y de una visión certera sobre cómo aunar el legado cultural de sus raíces y un punto de fuga hacia el presente y el futuro a través de la factura eminentemente digital de la producción de Mans O.
Ese primer tema, que da muchas de las claves sonoras y conceptuales sobre las que se fundamenta este proyecto, encierra una tragedia colectiva, ya que adopta el punto de vista de una madre y una hermana que lloran por una de las miles de vidas migrantes que se pierden cada año en el Mediterráneo. Ikram parte del dolor ante la injusticia y la desprotección en su forma más extrema para enlazarlo con el conflicto permanente que se instala en la existencia de aquellos y aquellas que afortunadamente consiguen llegar a las costas de Europa en “Maime”.
Esa sensación de vulnerabilidad, extrañeza y soledad se transmuta en orgullo y una forma de empoderamiento en “Ineia”, un punto de inflexión en el que la luz gana terreno a la oscuridad. Es una catarsis que da pie a otros dos cortes más exultantes y frenéticos (“Nhara” y “The Game”), que expanden las vías para recontextualizar el gwana y otros ritmos del Magreb.
Como DJ, Ikram plantea sus sesiones como espacios performativos capaces de albergar una multiplicidad de voces y sensibilidades. Lo hace rechazando una perspectiva unilateral y abriendo el foco a la irrupción de los ritmos globales: de la batida al dembow o el reguetón. “Ha-bb5” reposiciona esas coordenadas típicas de la música de club desde un enclave íntimo para remodelar la tradición amazigh, catalizando su dimensión política y espiritual.
Así, Ikram verbaliza la fricción entre Occidente y Oriente desde la experiencia y la complejidad del choque cultural, desarticulando una concepción rígida o excluyente de la identidad. Su discurso es muy potente y le permite mirarse frente a frente con otras dos mujeres europeas de origen norteafricano que cohabitan esa intersección entre latitudes y patrones sonoros y a las que les debemos parte de la música más inspiradora de los últimos años: Lafawndah y Azu Tiwaline. ∎