Álbum

IOSONOUNCANE

Lirica UcrainaTanca-Dischi Numero Uno, 2025

Después de poner fin a la gira europea de “IRA” (2021) en 2022 con una actuación en Barcelona, IOSONOUNCANE (de nombre real Jacopo Incani) empezó a sumergirse en la creación de música para bandas sonoras. En 2024 vio la luz “Viudas”, un tema inédito para la banda sonora de la serie de Netflix “Briganti” y, posteriormente, anunció el lanzamiento de “Il suono attraversato”, una serie que recogerá sus composiciones para cine, teatro y soundtracks. El primer volumen estuvo dedicado a la banda sonora original de la película de Andrea Segre “Berlinguer. La grande ambizione”, basada en la vida de Enrico Berlinguer, el político comunista italiano creador del llamado “eurocomunismo”, y que se publicó el 31 de octubre de 2024. Ahora, pocos meses después, le ha llegado el turno a “Lirica Ucraina”, la música compuesta por IOSONUNCANE para el documental del mismo título dirigido por la periodista Francesca Mannocchi e inspirado en las experiencias de Mannocchi en Ucrania antes de que estallara el conflicto bélico con Rusia.

Sin haber vivido ni remotamente de cerca la realidad de una guerra y sin haber podido ver el documental, que se estrenó hace unos meses en la Festa del Cinema de Roma, no puedo señalar cómo acentúa la música las imágenes a las que acompaña, ni soy capaz de atisbar cuánto hay de destrucción o ruina en el documental, así que solo puedo referirme a la música como una obra claramente deudora de “IRA”, el álbum que marcó un antes y un después en la carrera de Incani y que, para mí, figura como uno de los cinco discos fundamentales de lo que llevamos de siglo.

Sintetizadores, piano, samples, algo de percusión y la voz (en solo dos temas) son el material básico con el que Incani construye en “Lirica Ucraina” su visión personal de la tragedia de la guerra. Aunque, en términos generales, el sonido de “Sirene”, digno del mejor dark ambient, es lo más angustioso: un bucle que se repite obsesivamente presagiando futuros acontecimientos execrables. Las melodías de “Ancora guerra”, los ritmos de sintetizador y piano de “Fuggire” –con una voz ininteligible de fondo, pueden asemejarse a algunas de las piezas más tensas y dramáticas de Pink Floyd– y los toques casi sinfónicos de “Macerie” son, quizá, los momentos más elevados de un álbum que no parece una banda sonora (la duración de las piezas solo baja de los cuatro minutos en tres ocasiones), añadiendo emoción donde esto podría parecer imposible. El pulso de “Scavare, riempire, lasciare” (“Cavar, rellenar, abandonar”) trae a la mente el ritmo constante del ruido producido durante el acto de cavar una fosa. Llama la atención, en la elección de los títulos, que la palabra “ancora” (“todavía”) se repita tres veces: “Ancora guerra” (“todavía la guerra”), “Ancora vivi” (“todavía vivo”) y “Ancora neve” (“todavía la nieve”) para señalar, cuando se han cumplido tres años del estallido del conflicto, un sufrimiento que no tiene fin, que parece representar una condena o una maldición que afecta a millones de hombres en todas partes y en todas las épocas. En esta pieza escuchamos una voz distorsionada, cuyas palabras son imposibles de entender, un recurso que ya empleó IOSONOUNCANE en “IRA”. Esta voz humana intenta decirnos algo, pero no lo consigue, o quizá somos nosotros los que no lo entendemos. Sin embargo, el sentimiento nos llega y es algo desgarrador y reconfortante al mismo tiempo.

La última pieza, “Girasoli”, el momento más etéreo del disco, que nos envuelve en una atmósfera nostálgica, debería ser más bien entendida como un himno fúnebre. Y, como cualquier himno fúnebre, es la forma de decretar un final. ∎

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