Álbum

Irieix

Irieix I “el Geperut”Primavera Labels, 2025

Menudo cachondo debe ser Lluís Margarit. Las risas que se debe haber echado grabando su primer álbum. Bueno, él y Juan Feduchi, Pol Clusella, Pau Esteve y Andreu Galofré, que son quienes han participado de la producción de este trabajo, tras la publicación del EP “Notes de veu” en 2019, varios sencillos desde 2020 y dos EPs en 2024 titulados “Irieix dirigeix: greatest hits” e “Irieix dirigeix: greatest hits a capella al Palau de la Música”. Así. Por la cara. Él se define como electrocantautor afín al pop, la música latina, la autoparodia y el sad voyerismo catalán. Podrás tomarte a Irieix más o menos en serio y despacharlo como un placer fugaz o duradero, pero lo que es seguro es que con él no te aburrirás. Porque retuerce la tradición desde una guasa contemporánea. Solo por su forma de desmitificar, desacralizar o directamente cachondearse de un legado al que no se puede honrar del todo si no se pervierte (al menos un poquito), ya vale la pena prestarle atención. Pianos, flautines, percusiones, cajas de ritmo y voces con Auto-Tune al servicio de un delirio con miga. Presentó este disco en el Mercat de Música Viva de Vic y en breve hará lo propio en Madrid (hoy en Café La Palma), en Barcelona (12 de diciembre en Laut), Lleida (9 de enero en Café del Teatre) y Girona (30 de enero en la sala Yeah).

Al grano con tanta locura: “Fanfara” comienza como una banda sonora de una peli en cinemascope de Cecil B. De Mille y se desparrama en un brote de pop electrónico infantil que me recuerda a lo que por las comarcas valencianas hace, en clave folk, el ubicuo Dani Miquel. O a los Ramonets, por ejemplo, otros reyes de las matinales familiares, porque “Dichoso” es una pedrada de power pop chicloso que igual puede recordar a los Ramones, a Airbag o a los Rentals. Hasta Jaume Sisa se marcó temas orientados a un público infantil hace décadas, así que lo de Irieix se imbrica en una tradición que viene de lejos. Hay hyperpop desatado en “Cómo evitar”, y vodevil pianístico en “Geperut de Notre Dame”, pero cuando llega “Claudicar” ya no sabes si estás ante casi tres minutos de chiptune o ante una reedición del bakalao inmisericorde y acneico de Paco Pil en “Johnny Tecno Ska” (a mí me recuerda, qué le voy a hacer), y eso no deja de tener su mérito. Los cantos y cuentos populares de Catalunya pueden ser la masa del pastel, pero sobre él hay coberturas de fanfarria balcánica (“Amor ai amor”), glaseados de habanera (o de vals: “Mala maror”), capas de folk (“El riu”), decoraciones de brisa caribeña (“Villa Montaña”), praliné en forma de balada techno que acaba como el Rosario de la Aurora (“Los pesares”) y hasta un drum’n’bass cabalgado por la melodía de “Es una lata el trabajar”, de Luis Aguilé (“Esforsarse”). Que la digestión de todo esto sea más o menos fluida ya depende de tu paladar. ∎

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