Su música parece venir de otro tiempo, como una de esas grabaciones que los ingenieros de la NASA colocan en las cápsulas espaciales como muestra para potenciales oyentes extraterrestres, a muchos años luz. Tan pronto hay ecos de los Beach Boys crepusculares circa “Friends” (1968) en las ya citadas como de Nina Simone en la elegancia de “Get Your Head Out” o en “By Hook Or By Crook”, que trae consigo la misteriosa brisa del “The Look Of Love” de Burt Bacharach. Es magistral la sutileza con la que da paso a los estribillos, subiendo un punto la emoción, sin avisar, desde el ensimismamiento de las estrofas. Aunque a nivel sonoro pueda relacionarse con los referentes citados, entre muchos otros, es su voz y su forma de cantar las que la sitúan en otro plano, junto a ese grupo de cantantes –en el que no faltarían Hope Sandoval o Beth Gibbons– que aportan magia y estilo propio a todo lo que hacen. La belleza lunar de “Empires Never Know”, en la que se acompaña únicamente de un piano de sonido añejo con unas suaves pinceladas orquestales, es una buena prueba de ello.