Disco destacado

Jessica Pratt

Here In The PitchCity Slang-Mexican Summer-Music As Usual, 2024
El imaginario californiano es tan amplio y potente que tan pronto puede ser encarnado por una glamurosa estrella como Lana Del Rey –lo desarrolla muy bien Luis Boullosa en su libro “Diez maneras de amar a Lana Del Rey”– como por una estilosa outsider como Jessica Pratt. Si la primera evoca el Hollywood dorado y todos sus oscuros callejones traseros, la segunda mira a esa soleada tierra prometida del tiempo del verano del amor, no exenta de sus sombras. En tan solo cuatro álbumes ha pasado del delicado weird folk –en realidad no tan raro– de su debut, “Jessica Pratt” (2012), a una refinada, personal y atemporal combinación de pop acústico con aromas de jazz que ya había tomado forma en el anterior “Quiet Signs” (2019), allí de una forma minimalista y nocturna y aquí con cierto influjo de la bossa nova que insufla color y calidez. El single de adelanto, Life iIs”, que abre el nuevo disco, presenta un importante cambio, la presencia de la percusión dando carne a un pop que, muy a su manera, rememora el de los girl groups de Phil Spector –“Walking In The Rain” de The Ronettes ligaría bien con ella en una playlist. Pese a que no es la canción más representativa del álbum, ya que Jessica tiende a surcar aguas más pacíficas, la luz que emana se filtra en gran parte del mismo. “Better Hate” es una buena transición. Pese al reproche a una mala compañía que dejó atrás, suena a fresca y soleada mañana, y a partir de ahí, conforme se suceden los temas es como si la tarde fuera cayendo y con ella, el estado de ánimo.

Embrujada. Foto: Samuel Hess
Embrujada. Foto: Samuel Hess

Su música parece venir de otro tiempo, como una de esas grabaciones que los ingenieros de la NASA colocan en las cápsulas espaciales como muestra para potenciales oyentes extraterrestres, a muchos años luz. Tan pronto hay ecos de los Beach Boys crepusculares circa “Friends” (1968) en las ya citadas como de Nina Simone en la elegancia de “Get Your Head Out” o en “By Hook Or By Crook”, que trae consigo la misteriosa brisa del “The Look Of Love” de Burt Bacharach. Es magistral la sutileza con la que da paso a los estribillos, subiendo un punto la emoción, sin avisar, desde el ensimismamiento de las estrofas. Aunque a nivel sonoro pueda relacionarse con los referentes citados, entre muchos otros, es su voz y su forma de cantar las que la sitúan en otro plano, junto a ese grupo de cantantes –en el que no faltarían Hope Sandoval o Beth Gibbons– que aportan magia y estilo propio a todo lo que hacen. La belleza lunar de “Empires Never Know”, en la que se acompaña únicamente de un piano de sonido añejo con unas suaves pinceladas orquestales, es una buena prueba de ello. 

En cuanto a las letras, su forma de trabajar es intuitiva, dejando el significado muy abierto. Su visión de las zonas oscuras de las relaciones y del sueño dorado americano mutado en pesadilla están ahí, aunque contrapuesta a invocaciones a la resiliencia y el seguir adelante. Tras la nocturnidad de la citada “Empires Never know” y el breve instrumental “Glances”, abre las cortinas y deja entrar de nuevo el sol en la estancia con “The Last Year”, en la que alguno necesitará comprobar en los créditos si es una composición suya o de Bacharach-David para la banda sonora de “Dos hombres y un destino”. No hay tiempo para más. En otra muestra de su cuidado por los detalles y su preferencia por la brevedad, ofrece por tercer álbum consecutivo una colección de nueve temas y una media hora de duración. Embelesados y medio embobados nos deja, desapareciendo de los altavoces como si en lugar de haber reproducido el sonido de un disco, estos hubieran servido de transmisores de un encantamiento sonoro que hubiese traído, desde algún lejano lugar, el viento del oeste. ∎

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