Álbum

Jimbo Mathus / Andrew Bird

These 13Wegawam-Thirty Tigers-Popstock!, 2021

Reza la leyenda promocional que la primera vez que Jimbo Mathus y Andrew Bird cruzaron sus miradas, el segundo trabajaba como violinista medieval, jubón y mallas incluidas, en una feria renacentista de Wisconsin. Nada bueno podía salir de ahí, pero Bird, poco más que un veinteañero por aquel entonces, consiguió convencer a Mathus vaya usted a saber cómo y al poco ya estaba dale que te pego con los Squirrel Nut Zippers, entusiasta formación de swing revival liderada por Mathus. Una colaboración que quedó plasmada en discos como “Hot” (1997) y “Christmas Caravan” (1998) y tras la que los caminos de los dos músicos se separaron.

Cada uno a su manera, ambos han seguido investigando los alrededores del folk, por lo que era de esperar que, antes o después, volviesen a encontrarse. Y aunque al final ha sido más después que antes (más de dos décadas han pasado desde que compartieron estudio por última vez), Bird y Mathus se han reencontrado a lo grande, con este “These 13” hecho a cuatro manos y nacido alrededor de un único micrófono. Guitarra, violín y voz para arropar una docena larga de canciones (sí, las 13 del título) forjadas a golpe de blues sureño, country y folk.

Eso sí: no busquen ni los ganchos pop de Bird ni la locura festiva y huracanada de los Squirrel Nut Zippers, porque “These 13” esquiva tanto lo primero como lo segundo para darse un atracón de raíces, fiarlo todo a la melancolía del folk y acabar firmando un espléndido ejercicio de estilo sobre la memoria y el respeto a la tradición. Un nuevo vistazo al gran libro de las músicas americanas que los lleva de la tradición irlandesa de “Encircle My Love” (parece que en cualquier momento se vayan a poner a cantar el “Dirty Old Town”) al vals country de “Red Velvet Rope” y del pellizco góspel de “Bell Witch” al folk de taberna de “Jack O’ Diamonds”. Un vistoso y sentido viaje al corazón musical de Norteamérica que empezó entre bombachos y madrigales y ha acabado, tres décadas después, con delicias como “Sweet Oblivion”. 

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