Solo dos temas en el segundo y mítico recopilatorio “Bangs And Works” (2011) de Mike Paradinas –una de las primeras y fundamentales biblias del footwork– fueron suficientes para que el nombre de Jlin quedara ya marcado en la memoria de los que siempre andan buscando sangre nueva. Luego vinieron algunos, pocos, tracks guadianescos en su Soundcloud. Y mucho silencio. Mientras ella callaba, los demás (RP Boo, Traxman y, por supuesto, DJ Rashad) iban sacando material sin parar, entroncando perfectamente con la rapidez propia del género. ¿A qué esperaba Jlin? Pues ahora lo sabemos: a ensamblar las piezas de un álbum que es ya un hito en el espectro del footwork, el juke y la electrónica a 160bpms.
Y lo es por varias razones: primero, básico, porque la productora de Gary, Indiana (lugar natal de Michael Jackson), prescinde de samples en la estructura rítmica, limitando su uso a puntuales fogonazos vocales. Un detalle importante, sin duda, y más teniendo en cuenta el habitual sampleo indiscriminado del footwork de clásicos soul, funk y rhythm’n’blues, pero que se quedaría en simple curiosidad si no fuera por la potencia, la complejidad y la exuberancia de ritmos, sonidos y texturas que pueblan “Dark Energy”. Los pianos y los violines de “Black Ballet” ya avisan de lo que vendrá a continuación: música infecciosa, nueva, extraña, oscura y fascinante, que amplía considerablemente la resonancia de un género que parecía iba a ser flor de un día y ya lleva varios años empujando la electrónica hacia el futuro. ∎