Jon Hopkins

Protegido de Brian Eno y con una reputación al alza como compositor para cine, Jon Hopkins cambia el paso con este trabajo creado con el propósito de volver a sonar potente, según sus propias palabras. Teniendo en cuenta su bagaje, “Immunity” podría haber sido un desafiante álbum experimental. Sin embargo, el inglés se ha ido a los terrenos de la música de baile, tomando con finura y naturalidad la electrónica atmosférica e hipnótica de James Holden o Apparat.

Lo de escorarse hacia esas coordenadas estilísticas no es casual. El disco está inspirado en su paso como pinchadiscos por algunos festivales. Una experiencia que, tras bajarse del escenario, parece que en los últimos tiempos se convirtió en un suplicio. De ahí que haya un abrupto corte en la mitad, donde, a partir de “Collider”, los ritmos ceden el protagonismo a pianos melancólicos y el escapismo a la tristeza.

La fiesta truncada de Hopkins se hilvana en lo narrativo, a pesar de tener ese perfil de montaña rusa emocional y dividirse en dos partes tan encontradas. El lubricante es una paleta de sonidos donde el productor vuelve a conjugar instrumentos reales y lo digital, dando rienda suelta a su romántica idea de la electrónica: la música es un ilimitado contenedor de emociones y la tecnología sirve para colocarlas dentro, afirma. ∎