Álbum

Justin Bieber

SWAGDef Jam-Universal, 2025

Justin Bieber acaba de cumplir 31 años y SWAG es su séptimo álbum de estudio. El canadiense comenzó en 2009 en el show business y, a la edad de 15 años, publicaba caramelos pop adolescentes diseñados sintéticamente en laboratorio. A medida que fue creciendo, su música se fue refinando, y su vida, oscureciendo: “SWAG” llega después de varios años de polémicas en torno al artista que han derivado en problemas de salud. En 2022, por ejemplo, canceló su “Justice World Tour” debido a una parálisis facial, y los rumores sobre su estado anímico en los círculos de believers se han sucedido progresivamente desde entonces. Por otra parte, “SWAG” es el primer álbum de Bieber sin la supervisión de Scotter Braun que se publicó justo un día después del anuncio del fin de su relación profesional. Un mes antes de aquello, el canadiense había vuelto a viralizarse por un enfrentamiento con los paparazzi y, por todo este cúmulo de razones, la figura de Bieber se asocia en muchas ocasiones con la del sucesor de Britney Spears: un industry plant reclutado desde tan joven que es imposible que no se convierta en una víctima del pop. “SWAG” es su disco de liberación e independencia o, al menos, ese es su objetivo.

El problema es que, aunque las comparaciones con Britney Spears resultan inevitables, el contexto en el que Justin Bieber publica “SWAG” no tiene ya mucho que ver con aquel en el que lanzó “Baby” (2010), su primer gran hit. El cambio en el paradigma musical implica que la ruptura que pretende representar en este nuevo álbum transita una línea muy fina, situada peligrosamente cerca de los códigos estéticos y simbólicos de la diáspora afroamericana. Así, “SOULFUL” es uno de los interludios de “SWAG” en el que Druski (influencer y humorista) comenta: “your skin white, but your soul black, Justin, I promise you” (“tu piel es blanca, pero tu alma es negra, Justin, te lo prometo”). La frase de Druski condensa de forma irónica pero reveladora la tensión cultural en la que “SWAG” se sitúa: la de un artista blanco que, para reclamar su autenticidad y madurez, se apropia de códigos estéticos, musicales y discursivos históricamente vinculados a la experiencia negra. El término swag, incluso, tiene raíces en el African American Vernacular English (AAVE) y se popularizó a través de la jerga del hip hop convertido en símbolo global de estilo. Así, su intento de reapropiación no puede desvincularse de su origen en la cultura urbana, y mucho menos de las tensiones históricas que conlleva. Por ello, “SWAG” no oculta su ambición de inscribirse en un nuevo linaje sonoro: el álbum, igual que los anteriores pero con más intensidad, reformula el R&B desde una sensibilidad fragmentaria y distorsionada, que en algunos momentos se expande con influencias del góspel (“FORGIVENESS”, que cierra el disco a cargo de Marvin Winans) y en otros se contrae hacia las exigencias del pop contemporáneo (“WALKING AWAY”, por poner un ejemplo).

Por otra parte, el carácter conceptual del álbum, reforzado por interludios como el de Druski (cuyo papel resulta ambiguo, pues no queda claro si justifican o satirizan sus aspectos más controvertidos), responde, en parte, a esa “crisis de los 30” que atraviesan muchos iconos del pop global –como Rihanna en “Anti” (2016) o Lady Gaga en “Joanne” (2016)– cuando tratan de reinventarse artísticamente frente a un mainstream que los ha alimentado pero también encorsetado bajo las lógicas del capitalismo musical. No es casualidad que Bieber se haya rodeado de productores como Mk.gee (en “DAISIES”, focus track del álbum) o Dijon Duenas en la mayor parte del LP. El dominio global de la música urbana ha borrado las antiguas fronteras entre lo comercial y lo marginal y, en ese mapa transformado, figuras como Justin Bieber se mueven entre dos identidades: la de la estrella pop blanca criada en los códigos de la industria y la del artista que busca una voz más real a través de géneros moldeados históricamente en un ámbito más subterráneo. Esa contradicción filtra todo su trabajo: aunque el álbum tiene una producción pulida, Bieber se apoya en guitarras acústicas, estructuras sueltas y momentos de introspección que contrastan con su pasado de pop prefabricado. Así, su nuevo trabajo es el retrato de una figura atrapada entre dos lógicas que ya no se excluyen, pero que tampoco terminan de encajar del todo. ∎

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