Kiasmos está compuesto por el islandés Ólafur Arnalds y el aún más insular Janus Rasmussen, puesto que nació en las boreales Islas Feroe, nación constituyente del Reino de Dinamarca. Por situar su música un poco más en el mapa, podemos añadir que “quiasmo” es un sugerente término de etimología griega que implica la simetría inversa de dos elementos en torno a un centro. Equivale a la letra ji, simbolizada con una X; conceptualmente puede aplicarse a campos científicos como la física cuántica y es, además, una curiosa figura retórica. La elección del nombre no parece más acertada por los superferolíticos creadores de este proyecto de música electrónica: diseño, elegancia, polisemia. En 2014 Kiasmos sacaron su disco homónimo, también en Erased Tapes, después de publicar un par de EPs. “II” es su segundo álbum, precedido de otros cuatro EPs publicados en la última década –el último, “Flown” (2024), está recogido íntegramente en el nuevo álbum–, período en el que Arnalds se ha mostrado muy activo en solitario.
Su música es un cruce abierto entre la clásica contemporánea, viejas sensaciones freestyle, las bandas sonoras, ambient, minimal house o el techno progresivo. Esto ya se encontraba en “Kiasmos” (2014) con acento en la cultura rave que dio a la equis su acepción hedonista. Sin perder de vista el aspecto bailable gracias a técnicas euforizantes como el crescendo, “II” se muestra más reflexivo y maduro. Su marca es la mezcla de instrumentos clásicos –básicamente, pianos y cuerdas arregladas por Arnalds, las segundas ejecutadas por la orquesta SinfoniaNord–, con atmósferas, ritmos y secuencias electrónicas –la especialidad del DJ Rasmussen–. Fieles a los presupuestos estéticos del techno, los títulos de las piezas son en su mayor parte sintéticos participios pasados cuya contundencia semántica contrasta con la melancolía que imprime el dúo a sus meticulosas composiciones.
Kiasmos empezaron los trabajos del álbum entre 2020 y 2021 en el estudio que Arnalds tiene en Bali. Nadie diría que temas como “Dazed” incorporan sonidos pertenecientes a aquel contexto. “Grown”, título inicial de “II”, contiene una obertura switched on Wagner que pronto muta hacia una base de house parpadeante. Le sigue el IDM puntillista de “Burst” con una bella coda sinfónica. El minimal techno con detalles clasicistas de “Laced”, el electro jazz cambiante de “Sworn” o los aromas ambientales sobre malla microhouse de “Spun” serían tres ejemplos más de lo variado que puede resultar “II” a pesar del patrón que conforman su lienzo electroacústico, los sedosos motivos melódicos de Kiasmos o la gran variedad de ritmos. En conjunto, “II” transmite un dinamismo espacioso, tenso y épico, además de una sobresaliente coherencia sonora, como si la intención fuese escuchar la música de una película sin más trama argumental que su naturaleza abstracta. La portada del disco sugiere el contraste entre los espacios salvajes y la tecnología, todo un clásico del género legatario de pioneros como Vangelis. “Sailed” cuenta con un clip de argumento alienígena inspirado en “La llegada” que se desarrolla en un paisaje helado a lo Echo & The Bunnymen protagonizado por cuatro bellas modelos. Otra clave del álbum es la duración media de las piezas. Solo “Bound” alcanza apenas los seis minutos y medio, favoreciendo con ello la comercialidad pop de un trabajo rebosante de inventiva, laboriosidad y producción de alto standing. ∎