A sus 63 años, tras formar parte de bandas seminales como Pixies, The Amps y The Breeders, Kim Deal debuta en solitario. El concepto no es casual porque, en más de un sentido, realmente parece un primer disco. O, al menos, un nuevo camino en una trayectoria larga y más que consolidada. “Nobody Loves You More” resulta sorprendente, diferente, actual e importante. Un triunfo inmediato.
El origen del trabajo se remonta a 2020. Aunque Kim es originaria de Ohio, viajaba casi anualmente con sus padres a Florida, en una especie de tradición familiar que continuó tras la muerte de ambos progenitores. La artista estaba en los Cayos de Florida cuando apareció la pandemia de COVID y de pronto se vio atrapada en un lugar ajeno sin saber muy bien qué hacer. Salvo un disco, claro. Allí rescató algunas piezas antiguas de su repertorio para darles una vida, a la vez que aparecieron otras. Con un tema común que sirve como columna vertebral: el amor.
A través de amores y desamores, la estadounidense entrega un álbum que es como una colección de momentos. La titular “Nobody Loves You More” asienta la escena: la producción naturalista de Steve Albini, en la que fue la última vez que trabajaron juntos antes de la muerte de este, pero con arreglos de cuerda de alta belleza (piensen en Lambchop) y un medio tiempo que podría recordar en algunos momentos a Jason Molina. De pronto: un estallido de metales y vientos en el que es desde ya uno de los instantes musicales del año. La música debe ser así: misteriosa e inesperada.
“Coast” es igualmente arrebatadora. Conducida también por una sección de vientos y unas guitarras saltarinas, produce una sonrisa inmediata: “Claramente toda mi vida / He sido tonta / Traté de golpear fuerte, pero lo arruiné (Lo arruiné) / Pero ni siquiera importa / Es humano querer una salida / Es humano querer ganar”, confiesa en uno de los versos de la canción. Un canto a la vida, a seguir adelante, a que resistir es vencer, en definitiva. El tono cambia en “Crystal Breath”, demostrando que hay más capas en el elepé de las que parecen. De pronto, aparece una pieza de rock oblicuo de espíritu casi punk-funk.
“Are You Mine?” recupera el pulso melancólico, a medio camino entre un estándar de principios de los años sesenta y la Velvet Underground. La interpretación de Kim es verdaderamente sobrecogedora, con esa afonía que dan los años y que la dota de una dosis extra de emoción. Se refiere a la frase que le dijo su madre cuando ya sufría de alzhéimer: “¿Eres mía?”. Esta vez, un arreglo de cuerda y una pedal steel elevan la melodía. “Disobedience” y “Big Ben Beat” traen de vuelta las guitarras furiosas, aunque brillan más las piezas más tranquilas del conjunto. El espectro de la Velvet –y de Yo La Tengo por el camino– también aparece en la encantadora “Wish I Was”.
La parte final de “Nobody Loves You More” añade todavía más registros a un disco que se va desdoblando con naturalidad en el oído del oyente, raramente resultando frustrado. “Summerland” añade un toque jazzy lleno de clase, alejado de tópicos y rememorando una bucólica escena veraniega. “Come Running” es el corte más Albini de todos (ese sonido de caja de batería, esas guitarras eléctricas) y, aunque funciona, también parece un tanto más visto que otras canciones aquí incluidas. Para cerrar, “A Good Time Pushed”, pieza de rock americano de inspiración noventera, es decir, 100% Kim Deal, que quizá sirva como postre perfecto: has probado muchas cosas, pero no te olvides de mí. Imposible hacerlo. ∎