Alex Turner reconoció una vez que una de las mayores influencias de Arctic Monkeys, más allá de la más evidente que es The Jam, había sido Duran Duran. Cuando lo hizo quizá tejió sin saberlo un hilo invisible que luego han hilvanado otros como Two Door Cinema Club o –por mirarnos más de cerca– Supersubmarina, y que todavía hoy siguen recogiendo bandas por todo el mundo. No esperábamos, eso sí, que una de ellas pudiera ser La Plata. Estábamos más acostumbrados a alinearlos con una melancolía opresiva y post-punk, lejos del luminismo que se le presupone a ese estilo saltarín que mezcla el punk con el pop y con el groove del funk, y aunque las fronteras entre ambas aproximaciones son endebles, sí sorprende el relativo cambio de enfoque. No hay medias tintas, “la muerte o la gloria será la victoria”, y así empiezan su nuevo trabajo, abrazando texturas mucho más electrónicas y construyendo ahora su sonido con una marcha más de energía y sobre una base de guitarras escarpadas y espídicas, juguetonas y con mayor protagonismo que en “Desorden” (2018), herederas directas del cuarteto de Birmingham.
Desde “Victoria”, “Acción directa” se levanta en torno al cambio y va abriéndose estilísticamente como un clavel. Adentrándose primero en terrenos más sintéticos, recordando a una versión más onírica de VVV[trippin’you] en “Hoy el sol” y dejando un manifiesto de sus nuevas direcciones en la incontestable “Aire nuevo”. Con Depeche Mode en la cabeza, en la espiral de su propia late new wave, mientras transitan “Sigue caminando”, un interludio que sirve como puente hacia la segunda cara.
Entre tanto cambio, los valencianos retienen, en cualquier caso, su personalidad reverberada y esa languidez pesada más arraigada en el dream pop. Siguen estando presentes los bajos y las cajas más puramente post-punk, por supuesto, y es precisamente en el tramo central cuando nos percatamos de verdad: “La evolución constante / me deja ver quién soy / La acción del cambio / por un progreso eterno”. “Movimiento infinito”, por ejemplo, nos deja ver precisamente a los La Plata más clásicos, y aun así se aventura a ofrecer una faz mucho más ruidosa y desafiante, con una mezcla opresiva y un sonido entre digital y etéreo que va a ser elemento diferencial durante todo el largo. Lo mismo valdría para “Arderemos”, que tiene ese espíritu de road movie fugitiva que también marcaba “Esta ciudad”.
Pero el cambio implica aristas y es lo que queda por ofrecer de “Acción directa”. “Hacia el vacío” se pone en la línea math de la nueva oleada de punk británica, en ese gusto por el divertimento y la disonancia que tan bien han exportado black midi, Squid o Black Country, New Road. En “Volver para verte” los corsés de oscuridad se desatan definitivamente para ofrecer el lado más amable, un synthpop sin remordimientos que constituye el verdadero hit del largo con un estribillo inolvidable y que les muestra nostálgicos pero llenos de vitalidad (“cómo quisiera bailar como entonces”). El dream pop se adueña del final y tiñe de solemnidad “Entre esa luz”, rubricando un disco seguro de sí mismo y a una banda que sabe que el cambio es inevitable y que hay que saber disfrutar la evolución. Abracemos la metamorfosis. ∎