Álbum

Ladytron

Time’s ArrowCooking Vinyl-Popstock!, 2023
Ladytron regresan transcurrida la dichosa pandemia con aires renovados. La especie de hibernación general que han atravesado les ha sentado bien. Con siete álbumes a sus espaldas, incluyendo el presente, y con las oxidativas herramientas que ofrece el synthpop, o como quieran llamarlo –se admite electroclash–, no es fácil ocupar el tiempo en algo válido. Después de escuchar este adictivo “Time’s Arrow”, sin embargo, no se puede sentenciar que los de Liverpool lo hayan perdido. Ni mucho menos.

Echando mano de un título metafórico, “la flecha del tiempo”, Ladytron introducen en la partida dos cartas semánticas casi igual de lacerantes –gana la segunda–, y dan un vuelco positivo a su sonido haciéndolo menos percutante y previsible. No inventan nada puesto que el disco suena bastante a dream pop –incluso a shoegaze: “The Dreamers” pone un pie en My Bloody Valentine y otro en Beach House–, pero la densificación atmosférica de “Time’s Arrow” sigue siendo respirable.

El álbum no contiene tantas “flechas envenenadas” como el primer disco de ABC, pero Ladytron no han perdido su olfato para las buenas melodías pop. La producción de “Time’s Arrow”, tirando a magmática y saturada de reverb a lo Molly Nilsson, no impide que se cuelen cosas como “City Of Angels”, radioactivo adelanto digital en su momento y primera canción del disco en riguroso 4x4, pero con una cualidad misteriosa que la haría apta para una banda sonora de Nicolas Winding Refn. Un jitazo, vamos.

“Faces” la siguió cronológicamente en las plataformas, y con razón, ya que su pegada es inferior. En esta misma clave se encuentra la olvidable “The Night”, pero la plantilla de “Time’s Arrow”, que en realidad emplea una apreciable variedad rítmica, viene marcada por cortes como “California” o “Misery Remember Me”. En esta última, Helen Marnie recurre a tímidas florituras vocales que remiten, salvando las distancias, a Elizabeth Fraser, y ambas a las texturas de Cocteau Twins o de los Cure más góticos. Por su lado, la exótica, pulsante y casi instrumental “Sargasso Sea” les adentra en aguas frescas y menos exploradas.

La seductora “We Never Went Away” es una balada épica bañada en cálidas ondas sinusoides que podrán incorporar a sus directos con triunfo más que asegurado. Ladytron pueden ser grandes a la hora de diseñar himnos pegadizos sin hacer grandes esfuerzos con las letras, normalmente poéticas, esquemáticas y muy visuales, como la portada de “Time’s Arrow”, quizás la mejor de su catálogo. La lógica pérdida de frescura que conlleva la madurez –son más de 20 años haciendo música– puede compensarse con insistencia –clave de bóveda del éxito–, el manejo hábil de un legado que se percibe con claridad –John Foxx en “Flight From Angkor” o Gary Numan en “Time’s Arrow”– y una pizca de talento, aunque de esto van también sobradas. ∎

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