Los hermanos Ian y Daragh Lynch llevan dos décadas en su empeño por poner al día el folk irlandés: su primer álbum, como Lynched, apareció en 2003 (“Where Did We Go Wrong?!”). Vendría un extenso parón y otro álbum como Lynched (“Cold Old Fire”, 2014), aunque no sería hasta 2017 cuando los conoceríamos –con Cormac Mac Diarmada y Radie Peat– en la encarnación de Lankum: Rough Trade llamó a su puerta y el cuarteto de Dublín debutó a lo grande con “Between The Air And The Sky”, nueve canciones envueltas en una portada de inquietante cuento de hadas que puso el nombre del proyecto en el mapa con una colección de sonidos ancestrales que no se limitaban a la reproducción estática de la tradición folk, al contrario: las canciones se contaminaban de aires contemporáneos sin perder arraigo en las raíces. No, no eran The Pogues (aunque en temas como “Sergeant William Bailey” y “Bad Luck To The Rolling Water” pudieran parecerlo): la iconoclasia de Shane MacGowan quedaba aparcada y suplantada por un reverencial respeto por los ritos del pasado; tampoco eran una versión actualizada de The Dubliners.
“The Livelong Day” (2019) supuso un gran paso adelante: sus lecturas de “The Wild Rover” y “Katie Cruel”, por ejemplo, conseguían poner los pelos de punta, con la voz de Peat creando hipnóticos conjuros y una instrumentación que en algunos momentos, como en “The Pride Of Petravore”, parecía bañarse en las ceremonias extáticas de Swans (en otros, como en “The Young People” y su premiado vídeo, te llevaban a sombreados remansos de extasiada calma; y en otros, como en el instrumental “Ode To Lullaby”, parecían encarnarse en un combo avant-garde sin prejuicios).
“False Lankum” –el título es un homenaje al folksinger y viajero John Reilly (1926-1969)–, de nuevo bajo la supervisión del productor John “Spud” Murphy, es, pandemia mediante, su álbum más ambicioso, como se puede leer en el Bandcamp del grupo. Y no les falta razón: solo hay que escuchar los ocho minutos y pico de su apropiación de “Go Dig My Grave” –de la voz desnuda del inicio a desembocar en unas pátinas de ruido controlado– para sentir que pocas veces esta atávica tragedia de abandono y suicidio, también conocida como “The Butcher Boy”, ha conseguido encapsular todo su magnetismo de tinieblas y oscuridad. Una obra maestra de folk gótico que pone a Lankum en otra liga difícil de definir, pero definitivamente en los salones de los grupos imprescindibles de hoy en día.
Fluctuando entre cruces de fiesta y pesadilla –entren en “Master Crowley’s” y en las tres breves “Fugue” intercaladas como interludios– y soberbias cartografías de paz –el cover de “On A Monday Morning” (1966) del británico Cyril Tawney (1930-2005)–, “False Lankum” –con su arsenal de órganos, percusión, violines, banjos, pianos, guitarras, gaitas y samples– parece querer sentar en la misma mesa a Harry Smith y a Michael Gira, a Alan Lomax y a Stephen O’Malley, a Christy Moore y a Dylan Carlson. Y lo consigue, vaya si lo hace, sin que suene postizo ni forzado: zambúllanse en la final y extensa (trece minutos) “The Turn” y hablamos. ∎