En julio del año pasado, Lauren Mayberry anunciaba en un post de Instagram su propósito de lanzar música en solitario durante un paréntesis de CHVRCHES, el grupo synthpop del que ha sido frontwoman desde 2011. Según explicaba, conoció a sus compañeros Iain Cook y Martin Doherty cuando tenía 23 años, siendo “un pequeño bebé de persona”; solo cuatro años más joven que Doherty, pero trece más joven que Cook. En un post de dos meses después escribía sobre los diez años del revelador “The Bones Of What You Believe” (2013) y señalaba cómo estos dos chicos la habían “traído hasta su universo”. Mayberry no deja de mostrarse orgullosa por lo conseguido, pero a la vez comunica una cierta frustración, un no haber podido o no haberse atrevido a seguir ciertos impulsos propios, atrapada en una jaula de barrotes de neón con hilo musical de sintes distorsionados, como nos confesaba en esta entrevista.
Ya en algunos discos de CHVRCHES, sobre todo en aquel “Love Is Dead” (2018) producido por el hitmaker Greg Kurstin, se apreciaba un afán (quizá ya sabemos de qué miembro del grupo) por trascender las referencias synthpop y synth a secas y aproximarse al pop mainstream sin ningún reparo. Las mejores canciones de “Screen Violence” (2021), el álbum grabado por el trío a distancia entre Los Ángeles y Glasgow (situación pandémica poco ideal), eran las más radioformulables, como “California” o “Better If You Don’t”. Pero en su debut a su nombre, Mayberry marca definitivamente distancias con los sonidos que solemos asociar a su voz y se presenta con menos sintes, más sonidos orgánicos y la clara vocación de llegar a (aún más) público que con CHVRCHES.
La duda, bastante seria, además, es si lo conseguirá. Al lado de aquellos dos chalados con sus locos cacharros, Mayberry acertó de lleno ya desde el principio: su primera canción, “Lies”, era una maravilla de ribetes industriales; poco más de un año después de lanzarla, estaban teloneando a Depeche Mode en la gira de “Delta Machine” (2013). Con productores y compositores como Dan McDougall (batería de Liam Gallagher), Ethan Gruska (Phoebe Bridgers) o su pareja, Sam Stewart (el hijo de Dave Stewart de Eurythmics, que trabajó con Olivia Rodrigo en el gran “GUTS”), la química creativa no parece exactamente la misma.
Cualquier homenaje a las All Saints de la época William Orbit es digno de simpatías, pero el que se marca Mayberry, “Something In The Air”, no acaba de coger el vuelo melódico necesario, menos aún en un estribillo genérico. “Crocodile Tears” podría funcionar en alguna clase de aeróbic, pero es solo moderadamente pegadiza. Las baladas, aquí, son baladas de verdad, sin atmósferas cósmicas, con el protagonismo natural de guitarras acústicas y pianos; solo una de ellas, “Oh, Mother”, deja huella, menos por la parte musical que por una letra sobre ir viendo a tu madre con distintos ojos según el momento en el tiempo. Justo después, “Sorry, Etc.” y “Mantra” impactan e invitan a la esperanza a través de, respectivamente, crudo drum’n’bass y voces en reverse. Pero en la recta final Greg Kurstin vuelve para un desconcertante (intento de) hit llamado “Sunday Best” con arranque inspirado en el “Praise You” de Fatboy Slim. Como artista en solitario, Mayberry todavía ha de depurar sus decisiones. ∎