Prevista inicialmente para el pasado mes de mayo, la edición de
“Arkology” ha ido retrasándose, parece ser que debido a problemas de entendimiento entre los jerifaltes de Island y el siempre imprevisible
Lee Perry, que llamó “vampiro negro” a Chris Blackwell –capo de la discográfica– en una entrevista publicada por la revista británica ‘Straight No Chaser’. Solucionado por fin el contencioso, ya está aquí la recopilación definitiva de la época dorada del artista y productor más importante de la historia del reggae, uno de esos músicos a los que se puede aplicar sin rubor el calificativo de geniales.
En 1972, después de haber triunfado al frente de The Upsetters y de haber contribuido decisivamente a la glorificación de Bob Marley & The Wailers, Lee Perry se mudó con su familia a un suburbio de Kingston llamado Washington Gardens y acometió la más ambiciosa de sus empresas hasta ese momento: la construcción de su propio estudio de grabación, bautizado dos años después como Black Ark. Allí, con una tecnología rudimentaria y dosis incalculables de talento, se destapó Perry como brillantísimo investigador de sonidos, supremo hechicero de la mesa de mezclas, excéntrico prestidigitador musical e inventor de los trucos más descabellados y vanguardistas, desde el
scratching y el
sampling hasta el “rociado” de las cintas de grabación con el humo de la ganja que consumía en cantidades industriales. Y por allí desfilaron casi todos los grandes del reggae de la época, de MAX ROMEO a THE UPSETTERS, pasando por JUNIOR MURVIN, THE CONGOS, THE MEDITATIONS, THE HEPTONES o AUGUSTUS PABLO, todos en busca del toque mágico que solo Lee Perry era capaz de imprimir a sus discos, todos ansiosos de vivir en carne propia la excitante experiencia de compartir trucos –y ganja– con el legendario productor. Esa es la propuesta de “Arkology”, tres CDs y más de cincuenta piezas maestras del hombre que inventó el dub, anticipó el techno y centró la atención de los dioses del rock en su minúsculo y secreto laboratorio tercermundista.
En 1979, enloquecido y cansado de los manejos de la industria del disco, Perry prendió fuego a su estudio y dio carpetazo al mito Black Ark. Ahora resurge de sus cenizas con esta memorable antología, la más completa, disparatada y excitante de cuantas han visto la luz en los últimos tiempos. Una elección absolutamente obligatoria. ∎