Han pasado casi cuarenta años desde que este genial músico inglés sirviera al mundo del pop una de sus grandes obras maestras. “Rattlesnakes” (1984), que estaba construido alrededor de las guitarras eléctricas, exhibía una producción abierta a otras sonoridades gracias a las manos expertas de Paul Hardiman. Nada hacía presagiar que Lloyd Cole se zambullera al cabo del tiempo en la música electrónica con un álbum instrumental de melancolía sintética como “1D Electronics 2012 - 2014” (2015) o su excelente colaboración junto a Hans-Joachim Roedelius en “Selected Studies Vol. 1” (2013). Llegados a 2023, Cole entrega uno de los mejores álbumes de su discografía en solitario, el duodécimo para más señas. También podemos decir de “On Pain” que es una sencilla obra maestra –cuando ambos adjetivos van de la mano, se puede tocar el cielo– de pop electrónico con guitarras y realismo poético, subdisciplinas en las que este veterano cantautor independiente con cuartel general en su casa-estudio de Massachusetts ha demostrado estar perfectamente dotado.
El tratamiento del dolor que plantea Cole no es paliativo, ni tampoco pesimista, pero sí contencioso. Con su ganada imagen de adorable cascarrabias y antecedentes como “Bad Vibes” (1993) o “Antidepressant” (2006), puede parecer otra cosa, pero “On Pain” se debería traducir “sobre el dolor” más que “sufriendo”. El autor de “Forest Fire” quiere tirar esta vez de conciencia crítica, ironía y doble sentido. La amabilidad de este pop contemporáneo –incluso echa mano del Auto-Tune– mezclado con clasicismo le sirve de eficaz contraste. Cortes como “This Can’t Be Happening” ejemplifican muy plausiblemente la interpretación: pulsantes bucles sintetizados, un ambient sedoso digno del mejor Sakamoto y lo que parece el vaho sutil de una respiración asistida conforman el lienzo sonoro de su único texto: “You can’t believe it, it can’t be possible, but it’s happening now”. Es lo sencillo puesto al servicio de la imaginación: los disturbios, la guerra, la muerte, pero también el amor, la resistencia, la supervivencia.
La fascinación optimista de “More Of What You Are” sería el yang, mientras que la intimidante “Wolves”, primer adelanto en su día del álbum –un detalle significativo–, el oscuro yin de lo que Cole puede querernos decir. Porque, ¿qué es la vida, según sentencia la primera verdad del budismo, sino dolor? “On Pain” tampoco le hace ascos al glorioso pasado de un autor que ha sabido reconocer con fidelidad constante el valor de sus mejores colaboradores. La primera cuenta con los arreglos de cuerda de un antiguo Commotions, Blair Cowan –junto a Mark Frith–. En “Wolves” aparece la guitarra de Neil Clark, tercera pata trinitaria de ilustre la banda. Rara vez han dejado ambos de orbitar alrededor de Lloyd Cole. Cowan escribe con este “This Can’t Be Happening”, pero también “I Can Hear Everything”, donde aporta programación y unas líneas de sinte que recuerdan mucho a los últimos OMD, así como en “The Idiot”, que emplea la colaboración entre Iggy Pop y David Bowie como coartada –“We’ll move to Berlin, stop being drug addicts, we’ll cycle and swim, we’ll rent an efficiency, you’ll take the serious guise, I’ll be the idiot”– para hablar sobre autoconocimiento y rehabilitación.
Neil Clark aporta su granito de arena como autor, siempre junto a Cole, en “You Are Here Now”, pieza clave aquí sobre el vértigo de la vida, sus instantes de iluminación y todo lo que sucede alrededor aunque, de nuevo, sea difícil de creer. Ahora recuerda Cole un poco a los Sparks más meditativos, pero el dos caballos de la inolvidable ”2cv” en “Rattlesnakes” se ve sustituido por un cohete a reacción, el X-15, sentimiento perfectamente comprensible a medida que el final de tu vida queda más cerca que el principio. Porque la inevitable reflexión sobre el tiempo también recorre el álbum. Chris Merrick Hughes (veterano productor de Tears For Fears o Adam & The Ants) no es Hardiman, Cole está lejos de aquel joven airado que devoraba a Raymond Chandler, ni los programadores Cowan o Clark se sentirán ya ni remotamente cerca de aquel mundo analógico de cascabel. Son otros tiempos, solo queda adaptarse a ellos y mejorarlos en todo lo que esté en la mano de cada cual. Pero mientras ofrezca maravillas como “On Pain”, esfuerzo colectivo dirigido por el inimitable Lloyd Cole, sin duda valdrá la pena seguir descubriéndolo. ∎