En la industria musical española, los álbumes de duetos se han tomado generalmente como celebraciones de trayectorias longevas de artistas de éxito que, a modo de autohomenaje, regrababan sus temas más conocidos con colegas igualmente exitosos. Los Hermanos Cubero, sin embargo, se encuentran en la antítesis de todo esto, y sorprenden con dos álbumes simultáneos, de títulos independientes, en un disco doble que responde a un concepto común.
Así los presentan en su página de Bandcamp (no en Spotify), unidos y con los temas de “Proyecto Toribio” situados al principio, para dar más protagonismo al más humilde del par. Se trata de un trabajo completamente instrumental que encierra un doble tributo: a Toribio del Olmo, un músico tradicional alcarreño de principios del siglo XX, pero también al violín, un instrumento que ha ido perdiendo notoriedad en el folclore de su zona y que ellos quieren reivindicar. Así, cada tema suma a un violinista de prestigio a su habitual formato de, como ellos mismos dicen, “una guitarra, una mandolina y dos cabezas llenas de cosas”.
“Errantes telúricos” tampoco es lo que parece. Sobre el papel, su lujoso elenco de artistas invitados parece hacer pensar en un acercamiento al pop para captar más público. Al contrario, son los colaboradores quienes se arriman al árbol de los Cubero para desafiarse artísticamente. Hay momentos en que los mundos colisionan orgánicamente en torno al lenguaje común del folk-rock norteamericano: “G.U.A.D.A.L.A.J.A.R.A.” no es la primera colaboración entre Enrique y Roberto con Hendrik Röver, pero aquí consiguen llevar a una nueva dimensión más eléctrica y vibrante esa fórmula (jota alcarreña + bluegrass + hillbilly) que probablemente sea única en el mundo. En la alianza con Grupo de Expertos Solynieve, son los granadinos quienes marcan la pauta. J y Manu Ferrón les propusieron adaptar el clásico “That’s How I Got To Memphis”, de Tom T. Hall, y al final “Así llegué a Granada” se acaba convirtiendo en una segunda parte oficiosa de “La nueva reconquista de Graná”.
Josele Santiago también congenia muy bien con ellos en la magnífica “Problemas a los problemas”, con un texto cargado de aforismos movilizadores que lo convierten en un clásico instantáneo. “La boda y el entierro” podría figurar perfectamente en el repertorio de Nacho Vegas, mientras que “Llama encendida”, la más lúbrica y juguetona, se adapta como anillo al dedo a un Rodrigo Cuevas en estado de gracia, como cada vez que abraza lo erótico-festivo. Cuando se juntan con voces femeninas, encontramos una luz diferente en las canciones. Rocío Márquez los lleva hasta el cielo expresivo, Carmen París aporta gravedad y aplomo, Christina Rosenvinge nos descubre otro registro de sí misma regresando al folclore más enraizado en la tierra y Amaia…. a Amaia la siento más desubicada, la verdad. También está Ara Malikian, en la única colaboración no vocal, y que también aporta nuevos paisajes a un trabajo que, por su enorme personalidad, por su convicción y su carácter contracorriente, marca otro hito en una trayectoria ejemplar. ∎