Álbum

Los Hermanos Cubero

Quique dibuja la tristeza El Segell del Primavera, 2018
El dolor, en efecto, era esto. Y el vacío. Y la pena que ni todas las melodías del mundo son capaces de espantar. Así que, a falta de un espejo capaz de reflejar con fidelidad milimétrica todas las emociones que se agolpan y se contraen ante la muerte de un ser querido, nada mejor que recoger todos esos escombros sentimentales e intentar explicarlos a través de canciones. Canciones de Los Hermanos Cubero para llorar, sí, pero también para recordar y celebrar. Canciones, en fin, para poner palabras a lo inexplicable y, esta vez sí, despedirse como habría sido conveniente.

Eso es precisamente lo que ha hecho Enrique Cubero, quien junto con su hermano Roberto ha dado forma a uno de los discos más hermosos que escucharemos en mucho tiempo. Un álbum en el que le canta a su mujer Olga, fallecida a consecuencia de un cáncer hace casi dos años, y que transforma el duelo en un puñado de canciones emotivas, nostálgicas y dulcemente acunadas por guitarra, mandolina, violín y contrabajo. Con Oriol Aguilar y Jaime del Blanco reforzando los flancos y dibujando delicados trazos en unas melodías dolorosamente inspiradas, “Quique dibuja la tristeza” trasciende la conexión entre bluegrass y folk alcarreño para brindar una lección de humanidad y sencillez.

“¿Cómo podré ordenar lo que pasa en mi cabeza”, se pregunta Enrique en “Lo que ni yo soñara” mientras él mismo se va respondiendo a través de una docena de canciones que, como “No nos despedimos”, “Quisiera poder rezar” o la sensacional “Me quedo con lo bueno”, convierten el luto en una soberbia y valiente reivindicación de la música como bálsamo para sanar heridas que parecen incurables. Porque “Quique dibuja la tristeza” es un disco de nudo en el estómago y mirada vidriosa que, sin embargo, consigue transformar el dolor y la pena en un panteón de belleza arrebatada. ∎

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